Kundera nos hablaba de la insoportable levedad del ser. Esta mañana, ignoro la razón, me vino a la cabeza esta novela -siempre me ha parecido un título maravilloso- cuando llegaba al taller para la revisión del coche. La recepcionista que me atendió, muy amable, me iba diciendo la lista de lo que se iba a revisar "porque el coche ya tiene diez años". Ese dato, que por supuesto tenía guardado en ese armario del subconsciente al que nadie acude porque ha perdido, me cayó como un jarro de agua fría; he ahí cuando me vino a la cabeza la novela, y no precisamente por la levedad del paso del tiempo sino todo lo contrario.
Maldito sea Eisntein y su Teoría de la Relatividad.
El coche me echó encima diez años de golpe y fue todo menos relativo.
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