Estoy almorzando cerca de casa. Junto a mi mesa cuadrada hay otra, también cuadrada, con cuatro comensales; por las edades aparentan un padre y sus tres vástagos. Todos, los cuatro, padre e hijos, hablan a ratos, más bien poco, sin desprenderse del móvil, en posición cuellopájaro picando grano del suelo.
Qué pena en lo que nos hemos convertido los seres humanos.
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