domingo, 1 de enero de 2023

SER O NO SER (SABER Y NO SABER)

Una de las primeras lecciones de vida que aprende un niño, ya sea en el colegio, con sus hermanos, con sus primos, es la expresión "saber perder". Ser competitivo no es malo, dicen, pero hay que aprender a no ganar siempre porque eso no ocurre ni en el cine ni en la literatura, no nos olvidemos de Sísifo o de Midas. Saber perder es importante porque nos pone los pies en el suelo, nos libra de la soberbia que por algo es uno de los siete pecados capitales.
Últimamente estamos demasiado acostumbrados a asistir a espectáculos de soberbia, hablando claro de no saber ganar, y el peligro está en que por recurrentes se conviertan en algo normal, y no lo es o no lo debe ser.
Donald Trump no asistió a la toma como presidente de Biden, como tampoco lo ha hecho Bolsonaro ante Lula. Hechos ambos feos y despreciables que no hacen sino darle una bofetada sin manos a la democracia, esa con la que se llenan la boca, cuando les interesa, los mismos que la afean cuando no les gusta el devenir de la H(h)istoria. ¿Quién no recuerda la frasecita me voy y me llevo el balón que es mío? Éste es el germen del abusón que se transforma en lo que tantas veces nos encontramos ahora. 
Abusón de niño, abusón de adulto. 
Pero he aquí que SIEMPRE aparece alguien más malo que tampoco sabe perder.

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