No me gusta hablar de política... jajajaja. No, ahora en serio. No me gusta hablar de política municipal, tal vez porque trabajo en un Ayuntamiento y las palabras pueden sacarse de contexto. Como arquitecto municipal mi nombre aparece en ni sé cuántos carteles a lo largo del municipio, sé perfectamente las obra pública que se ha ejecutado porque, entre otras razones, en casi todas he estado involucrado. Por eso, cada vez que leo o escucho esa frase tan barata de decir: es que no han hecho nada, me pongo enfermo. No sólo es una crítica facilona al grupo de gobierno de ese momento, sino a todos los que trabajamos en la Administración Pública y nos tomamos nuestros puestos en serio, porque un trabajador público se debe, primero que nada, a las personas.
Lo mismo pasa ahora con el país, la oposición y los PRAVDA conservadores, secuaces todos, no hacen sino anunciar el Armagedón, el apocalipsis que se acerca, cuando todo es mentira, baste leer los resultados generales de cómo va España (¡España!, que dirán ellos): cifras del paro, inflación a la baja, desarrollo económico, PIB, etc. ¿Por qué no se habla con datos fehacientes, objetivos? Con ellos la conversación sería más fácil y podría juzgarse al Gobierno de ese momento. Obviamente no diré que todo está bien, ha habido meteduras de pata antológicas, pero quién no las comete. Nadie está libre de tirar la primera piedra y menos de escupir hacia arriba.
Goebbles fue un tipo muy listo (desgraciadamente), no cabe duda, y su máxima propagandística más famosa -si repites una mentira suficientes veces acaba convirtiéndose en una verdad- aún se sigue utilizando, muy a nuestro pesar. El periodismo se ha vendido a unos y a otros, ya es sabido esto por todos, y encontrar un sitio donde la noticia se escriba sin sesgos es una tarea ímproba o directamente imposible. Todo cambiaría si se le diera al César lo que es del César y se reconocieran, gobierne quien gobierne, los logros del que gestiona.
En cualquier caso, el método, aunque falible, es el mejor que tenemos y cada 4 años cada uno de nosotros mete un papelito en la urna según su conciencia, le pese a quien le pese.
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