Leo esta mañana acerca de los vecinos desalojados en Madrid por la línea 7B del Metro, en pie de guerra contra las inefables Ayuso y Esperanza Aguirre, para pasar a un artículo sobre la falta de altura de Putin como figura histórica.
Como buen optimista, a pesar de mi cinismo adquirido con los años, me puse a pensar en que tarde o temprano los regímenes totalitarios en todas sus formas, de derecha o de izquierda, acaban cayendo por su propio peso, aunque sea a diferentes velocidades. Así quiero creerlo.
Lo vimos en la URSS, ¿quién lo podía predecir?; en la caída de sátrapas en la Primavera Árabe, en la pérdida del poder de Trump y Bolsonaro, etc. En los albores del siglo XXI se ha hecho fuerte el populismo, figura política de gran vistosidad pero con pies de barro, lo que nos debe dar fe en que todos estos terminarán cayendo por su propio peso, tiempo al tiempo. Régimen iraní, para empezar, teocracias varias, monarquías absolutas, incluso Putin. Tiempo al tiempo.
No olvidemos que más altos son los árboles y los mean los perros.
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