Recuerdo como si fuera ayer los primeros años después de terminar la carrera, cuando Alicia y yo montamos el estudio en aquel feo pisopasillo con vistas en la Rambla de Pulido de Santa Cruz. Allí pusimos todas nuestras esperanzas -ya van más de 30 años-, aguantamos un par de años antes de mudarnos. Los primeros años fueron de poco trabajo, pero éste ocupaba todos los días de la semana, no existían los fines de semana. Ahora es diferente, aunque no tanto si lo pienso bien. Suspiro por llegar al fin de semana, por desconectar, pero muchos de ellos termino sentado en el despacho de mi casa trabajando. Aún así, me encantan los fines de semana, nunca son suficientes. Por fin parece que me he puesto a escribir, aunque todavía la concentración no es suficiente para ello, pero el primer paso ya está dado.
Miguel Bosé, *Nada particular.
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