En el concierto del sábado pasado me senté junto a un señor jubilado con el que entablé conversación sobre esto y lo otro. Él se quejaba de los precios de los conciertos, de algunos en particular, sobre todo de los del teatro real en Madrid, prohibitivos me decía. Cierto es que yo no le tengo demasiado aprecio a este teatro, que me parece feo por dentro y del que recuerdo una "Bodas de Fígaro", con visión parcial en un palco lateral, que sufrí más que disfruté. No he vuelto, por cierto. Lo intenté con la última "Cenerentola" -Cecilia Bartoli- pero creo que o no había entradas, las butacas que quedaban eran de visión parcial (ni de coña) o las restantes eran impagables. El hecho es que la ópera se quedó en el olvido.
El precio de los espectáculos de música clásica es caro dependiendo de qué se trate. la ópera lo es, normalmente, pero los conciertos normales, por ejemplo la temporada anual de las Sinfónicas suele ser bastante asequible, incluso baratos. Por cierto, ir al fútbol o a los toros es mucho más caro. Y aquí ni se mata ni se tortura, es todo puro teatro, pura ópera.
Aprendí a amar la ópera en el teatro Pérez Galdós, en Las palmas de GC, allí asistí a mis primeras representaciones por sólo 25 pesetas después de un largo rato haciendo cola para acceder al gallinero. Ya se sabe, un estudiante suele estar frito de pasta ya los primeros días del mes, cómo no; de hecho mis amigos se reían por mi incapacidad evidente desde el punto de vista económico (mentes preclaras las de ellos, sí). Pagadas las 25pts., ubicado en el gallinero, disfruté, por ejemplo, de una "Semiramide" cantada por Montserrat Caballé. Una delicia.
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Semiramide, Rossini. *Bel raggio lusinghier.
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