domingo, 22 de enero de 2023

POSICIONES


Nadie niega las connotaciones éticas y morales del aborto, la conciencia personal dictará qué pensar sobre ello y, en todo cado, cómo actuar ante él, al igual que pasa con el divorcio, el matrimonio, los hijos, la adopción y, siendo más frívolo pero igual de válido, el veganismo, el deporte, los coches o las motos, el cine o el teatro, un partido político u otro, la fe o el ateísmo... Todo en esta vida es pura elección. Afortunadamente, al menos en España, no hay obligación de casarse, ni de divorciarse o abortar o adoptar, ni siquiera votar; ésta es la grandeza de la democracia, le pese a quien le pese. ¿O no?
Volviendo al aborto, España lo despenalizó hace casi 40 años, que se dice pronto, y aún el PP sigue dando bandazos al respecto, no se decide. No abortes, si no te parece bien, seas del Opus (recuerden que Trillo, miembro de La Obra, metió por registro del Tribunal Constitucional un recurso a la ley hace ya 13 años), de derecha o de izquierda; verde, rojo, amarillo o descolorido. No abortes (salvo que puedas permitirte volar a Londres, como Dios manda, o mandaba antes), no te divorcies (pon cuernos o deja que te los pongan, pega o déjate pegar, no tengas hijos que luego te sacan los ojos, o no); en fin, decide tú qué hacer con tu vida pero a mi no me vuelvas loco ni me digas lo que tengo que hacer, que uno ya es  mayorcito. Ni a mí ni a nadie. Apunta bien, o sumas o te pierdes, pero a mí me dejas elegir.

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