lunes, 29 de junio de 2020

UNA HABITACIÓN SIN VISTAS

Comienza la semana, otro lunes gris y lluvioso propio de las zonas norteñas de la isla. En el calendario de sobremesa veo las reuniones previstas y, mentalmente, me reparto las horas que no son nunca suficiente: visitas de obra, varias sin tema concreto, una casa prefabricada de la que sólo resta la interminable y aburrida memoria y hasta un café vespertino con mis antiguas compañeras de desayuno; qué rápido pasa el fin de semana y qué veloz la vida.
Esta mañana la he empezado con mi pequeño y recurrente catarsis: afeitado de la cabeza completa, cara incluida. Ducha y masaje con crema mientras Octavia espera impaciente a que le aba el jardín para aliviarse. Café, pastillero variado y a la calle.
Metidos de lleno en la nueva (a)normalidad, se suceden los pequeños cambios inexorables, que no por esperados duelen menos. Bajadas de sueldos, vueltas de tuerca y caras largas para justificar, en muchos casos, lo injustificable. Entramos en una era en la que debemos seguir fabricando ladrillos para las pirámides, pero sin paja; sólo nos queda seguir esperando la salida de Egipto.
La Sonnambula, Bellini. *Ah! non giunge.

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