Hoy todo cambia para quedarse igual, entramos en la Fase III y, en un tris, finalizará el estado de alarma nacional. Quién nos iba a decir a mediados de marzo que estaríamos inmersos en eta pesadilla casi cuatro meses después, y lo que queda.
Estamos en un momento de la Historia que recordaremos porque ha supuesto una catarsis inesperada, como lo fue el 11-S en 2001; el siglo XXI está siendo duro con nosotros, no cabe duda, igual que la humanidad ha sido dura con el planeta. Los animales no se comen a los humanos todavía, pero la Tierra se venga a su manera. Buen momento éste para releer "Némesis", de Philip Roth, en esta caso con la epidemia de polio que se cebó con los Estados Unidos en los años 40. Un libro duro pero optimista escrito por el, quizá, mejor escritor norteamericano del siglo pasado.
Fase III, decía, cambios muy perceptibles en nuestra vida, pero ¿qué podemos hacer cuando el miedo se ha instalado en nuestras vidas? ¿nos libera de él el saber que por Decreto la cosa se ha (a)normalizado? Desgraciadamente creo que no, el miedo está dentro y mucho nos va a costar desprendernos de él. ¿Cuándo podremos viajar a la Península sin miedo a contagiar a nuestros seres queridos? Difícil decisión: si no viajo la distancia se hace insoportable, pero ¿si lo hago, me contagio por el camino y luego a ellos? Claro que, si nos encerramos sine díe, ¿no estaremos muriendo en vida?
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Lucia di Lammemoor, Donizetti. *Mad scene.
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