Poca cosas en este mundo me produce más repulsión que los nazis, es superior a mi, desde pequeñito, desde que recuerdo entender lo que había sucedido durante la 2ª Guerra Mundial, entre otros, con los judíos.Con los años he hecho extensivo mi asco a cualquiera que quiera imponerse a los demás por la fuerza, venga de donde venga: dictadores, sátrapas, iluminados, políticos corruptos, terroristas, medradores, mediocres con poder, fundamentalistas, opio del pueblo; en difinitiva a todo/s lo/s que intente/n imponerse a los demás por la fuerza, sin la razón. Sabido es que las guerras son capaces de sacar lo peor del ser humano, pero también los hechos inesperados, las crisis como ésta del Covid-19, todo lo que ponga nervioso al que tiene el poder y lo saque de su statu quo. Desgraciadamente nunca estamos suficientemente alertas ante lo que se nos puede llegar, ya sea una crisis sanitaria -donde se llega a abandonar a los ancianos como en un triaje bélico-, una crisis democrática (que se lo digan a los judíos cuando Hitler consiguió el poder), o tantas crisis humanitarias como las que hemos tenido y ante las que Occidente no ha estado a la altura de las circunstancias; aplaudimos la Primavera Árabe pero luego nos espantamos cuando los sirios huyen de la muerte.
Estamos saliendo de esta pesadilla en forna de pandemia, conocedores que de ésta aprenderemos poco, que el estúpido lo seguirá siendo, que el avaro no se redimirá y que el politicucho continuará metiendo su hocico allá donde crea encontrar trufas.
Parece que Portugal es ahora el punto de referencia, qué ironía. Esta discreto país, tantas veces menospreciado, nos sigue dando una lección de coherencia durante esta aciaga época. Mientras en España cruzamos Mordor caminando entre minas, allá en el país luso todos apoyan al Gobierno al que le ha tocado la muñeca chochona "Covita" en la tómbola de las elecciones, ya habrá tiempo de luchar después. Vergüenza nos debería dar lo que aquí ocurre.
¿Servirá este espectáculo para que nos tomemos un tiempo en el futuro y pensemos a quiénes les queremos dejar el poder?
Si Faulkner hablaba de la literatura y la comparaba con una cerilla, yo aprovecharé sus palabras para hablar de la democracia, la misma que tanto nos ha costado tener, ésta tan frágil: lo que hace la democracia (literatura) es lo mismo que una cerilla en medio de un campo en mitad de la noche. Una cerilla no ilumina apenas nada, pero nos permite ver cuánta oscuridad hay a su alrededor.
♫
Helder Mountinho, *Venho de un tempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario