sábado, 15 de septiembre de 2018

DOLCE FAR NIENTE

Lo normal es que llegue al viernes exhausto, y esta semana no ha sido diferente. La entrega que me supone el trabajo diario, por la mañana al 100% y por la tarde, aunque algo más relajado, también a tope, hizo que el jueves, entrada para el concierto de música de cámara en el auditorio, se quedara sin usar, no tuve fuerzas para vestirme y bajar de nuevo a Santa Cruz, con este cansancio, con este calor sofocante. Una siesta que me supo a poco y algo de dibujo, el jueves estaba metido en la cama a las 11, quedándome como un tronco en unos minutos. Ayer viernes vuelta a empezar, con calor aún, trabajé por la mañana y, después de comer, me tiré en el sillón a no hacer nada, mejor dicho, a disfrutar del placer de la lectura. Mis perritas entraban y salían, los ventanales del jardín estaban abiertos (Mies hubiera preguntado ¿qué está dentro, qué está fuera?) y yo seguía con el libro "La desaparición de Stéphanie Mailer" mientras sonaban en mi iPod arias de ópera.. Qué sensación placentera la de poder disfrutar de una tarde leyendo, sin mayores preocupaciones. Lástima que esto no sea más recurrente.

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