Trabajar en un buen ambiente no tiene precio, tanto es así que se ha tenido que inventar lo de la productividad copo incentivo. Esto ha funcionado toda la vida en las empresas privadas (viajes, regalos, subidas de sueldo, extras, etc.) y ahora también en la Administración. A nadie le amarga un dulce, para qué nos vamos a engañar, pero un trabajador, con un buen trabajo y en un buen ambiente, tendría que estar feliz en su puesto, producir como el que más, ayudar al vecino... Reconozco que soy un ingenuo, sí, pero de esta manera entiendo yo la función pública, el ciudadano está el primero en las necesidades y por él se trabaja.
Pero, volviendo al ambiente, qué duro se hace, en cambio, cuando levantarse cada mañana se convierte en un infierno, cuando los jefes no están a la altura, cuando la presión es insoportable, cuando el trabajo nunca es suficiente. Luchas contra esto se hace tan duro que en ocasiones es mejor tirar la toalla para no perecer en el intento. En esos momentos sólo queda solidarizarse con los compañeros.
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