miércoles, 9 de julio de 2014

YEYO

Hoy se me ha muerto un buen amigo, así, como quien dice un ¡hola!, sin que nadie lo esperara, lo echaré de menos. Compartimos experiencia universitaria, casa y vivencias; también horas de estudio, noches de dibujo sobre todo, idas y venidas, días buenos y peores días. Después, cuando terminamos de estudiar y cada uno, ya como arquitecto, fuimos encajando las piezas de nuestra vida de adulto, nos reencontramos en su nueva casa, en la calle, en el trabajo... Recuerdo especialmente que estos últimos años coincidíamos recurrentemente en el supermercado y pasábamos un buen rato hablando pues a Yeyo le gustaba hablar tanto como a mi. Él fue uno de los que me dio ánimos durante mi experiencia de acoso laboral, con quien pasamos la familia de Mª Luisa y yo muchas horas en Tafira, a quien acompañamos en su boda o quien nos invitaba a su casa para así recordar los buenos y viejos tiempos. Ahora nos ha dejado, a nosotros, sus amigos de Las Palmas, sus amigos de Tenerife y, sobre todo, a Charito, a su familia. Una muerte siempre es terrible, pero cuando lo es inesperadamente de alguien a quien quieres se hace aún más duro y es cuando nos damos cuenta de lo corto que es la película en la que andamos.
Me despido de ti con un poema de Miguel Hernández cantado por Serrat, Elegía. Descansa en paz compañero del alma, compañero.



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