miércoles, 23 de julio de 2014

HISTORIAS DE QUILLET


Contaba hace un par de días que la batería de mi moto Van Van había muerto, de manera que llevo este tiempo utilizando el Jeep, pendiente de que por fin la tuviera como finalmente ha ocurrido esta misma tarde. Comenté en el trabajo lo de la moto y rápidamente me aconsejaron "el mejor sitio para comprarlas", donde tienen todas las marcas y bla bla bla. Así pues me planté en el tan afamado lugar para pedir el modelo tal y cual.
> Ah sí, enseguida lo tiene.
Esperé unos minutos, se acercó otro empleado y le echó otro ojo a la batería que había dejado sobre la mesa, desapareció nuevamente y seguí esperando. A los 5 minutos regresa el primero de ellos para decirme:
> No, están agotadas.
> ¿Puedo pedirla entonces?, pregunté yo.
> Ya hay un pedido hecho, lo que ocurre es que no sabemos cuánto tiempo tardarán en llegar. Puede ser entre una y tres semanas. Llame la semana que viene a ver.
Bien, nada que hacer entonces, vuelta al coche y fin de mi experiencia en el mejor sitio para comprar baterías de la isla.
Una vez conduciendo me acordé que tenía el teléfono de la gasolinera donde anteriormente había comprado la batería para el Cherokee, un problema también puesto que tiene los bornes a la inversa y una altura más bien pequeña que no es sencilla de encontrar. Pues como el coche tiene manos libres y se ha convertido en la perfecta oficina ambulante, llamé a la gasolinera, les conté mi problema, les di la referencia de la batería que previamente había tenido la genial idea de apuntarla (conduciendo todo puede llegar a ser un problema) y el encargado, al que yo recordaba, me dijo muy amable que no la tenían en stock pero que podían pedirla y que, lo sentía mucho, pero tardaría un día en llegar. ¡Un día!, y él estaba compungido por la tardanza.
Encargué la batería, como no podía ser de otra manera y, efectivamente, esta tarde ya estaban llamándome del taller de la estación de servicio para que fuera a recogerla.
Esto es profesionalidad y lo demás es tontería. Interés por resolver el problema al cliente, rapidez y amabilidad; ¿se puede pedir algo más? Conduciendo de regreso a mi casa me acordé de Quillet, los míticos almacenes de Gran Canaria, ya desaparecidos, que se anunciaban con un "Desde un alfiler a un elefante". A la gasolinera la llaman cariñosamente "El Corte Inglés", pero perfectamente podrían llamarla "Quillet".

No hay comentarios: