viernes, 28 de febrero de 2014

SOPLAN NUEVOS AIRES ¡Y QUÉ AIRES!

Qué importante son las pequeñas cosas a veces y de qué manera nos pueden llegar a afectar... En alguna ocasión anterior hablé del mal trago que se llega a pasar durante la experiencia del acoso laboral; no es posible explicar lo que se siente o entenderlo de verdad si uno no lo ha llegado a sufrir nunca. Siempre nos han educado pensando en el castigo divino y esas cosas, pero la realidad es que todo se debe pagar aquí y muchas veces así sucede, vivitos y coleando, sin tiempo para esperar a que dios reparta suerte, castigo o llámalo X. 
Realicé una visita de trabajo, una mañana, para comprobar cómo se desarrollaban las obras de limpieza en el jardín de una vivienda que se había convertido en lo más parecido a una fosa séptica. Hablé con los propietarios un buen rato y, al ver cómo iba el desmonte, me quedé sorprendido gratamente. Al final, al despedirnos, uno de ellos me comentó:
> Tú sí estás bien para una guerra nuclear, con tu optimismo le subes la moral a todo el mundo. 
Pues sí, qué quieren que les diga, en general soy muy optimista, claro que también  dirían otros que más que optimista son iluso, ingenuo o estúpido. Pero es lo que hay amigos.
Trabajar en un buen ambiente, con un buen jefe, buenos compañeros y viendo reconocido el esfuerzo diario es un placer, créanme. Ah, y por supuesto también he de agradecer el esfuerzo de los demás y el apoyo constante.
Con la buena gente ¡a muerte!

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