martes, 25 de febrero de 2014

INASEQUIBLE VS. INACCESIBLE

En El dardo en la palabra, don Fernando Lázaro Carreter se refiere precisamente a este asunto. Escribe:

Asequible es voz dieciochesca, derivada del verbo latino assequi 'alcanzar'; como definía el Diccionario académico de 1780, significa "que tiene posibilidad de conseguirse o alcanzarse".

Por tanto, sólo debe aplicarse a cosas, porque las anteriores definiciones implican la consecución de algo para apropiárselo. Y, en efecto, el Diccionario Manual de la Academia, en sus ediciones de 1927 y 1950, repite esta advertencia: "No se aplica a personas, y así, en vez de Fulano no es asequible, dígase accesibletratable". La confusión parece haberse originado a causa de la parcial homofonía entre accesible y asequible, y ha consistido en que el primero ha traspasado al segundo uno de sus significados que es el descrito así por el Diccionario Histórico: "Dícese de la persona de fácil acceso o trato". De Bretón de los Herreros son estos verbos que figuran en dicho inventario léxico: "La condesita, / aunque bocado de prócer, / es humana y accesible" (1838). Bretón, por tanto, no confundía.

En cambio, es de Baroja esta prosa: "A Silvestre [Parados], que le pareció el más asequible, le dio repetidos ataques" (1901). Entre Bretón y Baroja ha ido, pues, fraguándose el error; este último, es el único gran escritor en quien lo descubro, aunque seguramente habrá más. Hasta los textos legales, en los que todo tormento idiomático suele tener su asiento (olvidando la bella tradición del Código Civil), es posible comprobar que en esto no marran. Propondré como demostración y esperanza el siguiente fragmento del Fuero del Trabajo: "El Estado asume la tarea [...] de hacer asequibles a todos los españoles las formas de propiedad ligadas vitalmente a la persona humana".

Asequibles son sólo las cosas que pueden adquirirse para poseerlas; cosas variadísimas, que van desde las ideas a los garbanzos; y si no, léanse estos dos fragmentos tan dispares:

"La gracia abrillanta las ideas, las adorna, las hace amar, las adhiere a la memoria, vierte sobre ellas una luz que las vuelve más asequibles y claras" (W. Fernández-Flórez, 1945).

"Entre los garbanzos, tan vulgares y tan asequibles entonces, la carne de morcillo era lo selecto" (A. Díaz Cañabate, 1936).

Con tales pasajes a la vista, bien claro está que calificar de asequible a una persona, es prácticamente desacreditarla como venal. ¡Qué distinta cosa hubiera dicho de aquella condesita Bretón de los Herreros, llamándola así! Aunque el paso se ha dado: el canónigo Juan Francisco Muñoz y Pabón hace pensar de este modo a una dama, en una de sus espirituales novelas: "Era menester mucho aplomo y mucho dominio de sí misma para, sin preferencias por ninguno, ser con todos amable y asequible". ¡Caramba con la dama! ¡Qué bien hubiese quedado el novelista escribiendo ahí accesible!

Como vemos, la confusión no es sólo vulgar; pero es confusión, y debe ser evitada. Se trata, simplemente, de que no se aplica con rigor el adjetivo debido, y se acude a otro que se le parece. Tampoco los precios son asequibles, sino baratos, razonables, ajustados, justos... Son las cosas a que corresponden tales precios las que pueden serlo. O no, en cuyo caso son inasequibles. Lo que no puedo comprar o entender es para mí inasequible. Ténganlo en cuenta quienes se precian de ser "inasequibles al desaliento". Merecen nuestra enhorabuena, pero digan, por favor, inaccesibles y hablarán con propiedad

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