Cuando trabajaba en el estudio del Camino del Hierro, en Santa Cruz de Tenerife, bajaba muchos días al Colegio de Arquitectos (qué tiempos aquellos en que había burocracia colegial... había trabajo) caminando. Era un paseo agradable, en bajada, de unos 3 kilómetros aproximadamente. Si tenía tiempo desde allí continuaba al centro y aprovechaba para tomarme un café con Mayi y seguir a comer a casa de mis padres. Si tenía trabajo pendiente y debía volver rápido al estudio -3km cuesta arriba se hacen más pesados-, utilizaba el truco de las porciones. Pensaba, del Colegio hasta la Plaza de la Paz es un paseíto; de allí hasta el Cine Tenerife un salto, y ya el estudio está a tiro de piedra. Una estupidez, lo sé, pero créanme que el recorrido me resultaba más corto. Ahora el estudio está en La Laguna y, aunque voy poco allí, si debo ir al centro utilizo el mismo truco que, en esta ciudad, es mucho más efectivo al ser prácticamente llana.
Con el tiempo pasa lo mismo, ¿cuál es la verdadera duración de un año? ¿365 días o la percepción que realmente tenemos de él? Hace nada estábamos disfrutando de las Navidades y ya hoy es día 21 de enero, ¡21! ¿no parece que acaba de empezar el año? Pues ya estamos en febrero, como si nada. Y claro, quien dice febrero dice Carnavales, sí, a la vuelta de la esquina. Vale, Carnavales, otro mes que se va dando paso a la Semana Santa. Vacaciones, Pascua y casi casi se nos echa el veranito encima. A lo tonto a lo tonto nos hemos pegado ya más de medio año, como si tal cosa. Pasa el verano, llega el otoño y como año tras año nos convertimos más, si cabe, en americanos, empiezan a multiplicarse los anuncios anunciando Haloween, fiestas y disfraces; bien nos gusta a los latinos una fiesta, aunque sea de importación. Haloween, 31 de diciembre ya... ¿y qué queda? pues volver a escuchar los mismos villancicos y la misma "campaña de navidad" de los centros comerciales, que cada año empieza más pronto. Total, que si te descuidas en un abrir y cerrar de ojos estamos celebrando el final de año viendo la horrorosa retransmisión de las campanadas desde la Puerta del Sol madrileña. Por eso hay que vivir al día, que sólo son dos.
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Disfruten, en esta noche de lunes, de la maravillosa música de Wim Mertens, esta vez de dos temas de la banda sonora de la película "The belly of an architect" (El vientre de un arquitecto), de hecho una magnífica manera de disfrutar de la música minimalista, de redescubrirla o de enamorarse de ella por primera vez.
*The aural trick.
*Struggle from pleasure.
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