Hoy, cumpleaños de mi padre, bajé a comer con con ellos y luego me di una vuelta por Santa Cruz para terminar tomando un café con mi amiga Mayi. En una pequeña plaza de esas que pasan desapercibidas por su modestia, me sorprendió una gran pantalla con imágenes deportivas muy atractivas y una señora, sentada, disfrutando de ellas.
Regreso a casa y allí estaban, como siempre, Augusta y Octavia felices y mi lavadora esperando. Esta tarde me había propuesto lavar y limpiar un poco el jardín, aunque con este horario absurdo se hace de noche tan pronto que mejor lo dejo para otra ocasión. Plantarme delante de la lavadora y ver la ropa girar me relaja, créanme; unos minutos con la mente en blanco...
No hay comentarios:
Publicar un comentario