La resaca del Brexit está sacando a flote lo peor de Gran Bretaña, o al menos así me lo parece. Si nadie pensó que el EXIT podría ganar el referéndum, y así lo fue, ahora parece que ya no nos queda nada para asombrarnos. Un país como el Reino Unido, que luchó contra la barbarie del Tercer Reich, no puede entrar en la espiral fascistoide de pedir listas de extranjeros a las empresas; luego vendrán las listas de los no anglicanos, de los musulmanes, los gays, los gitanos, lo altos, los bajos, los flacos, los gordos, los feos, en fin. Qué miedo da ver hacia dónde volvemos, porque de ir hacia adelante nada. Qué miedo y qué pena.
Y bueno, como el sentido común parece primar, hoy leo que los empresarios se niegan a facilitar estas listas al Gobierno y éste se ha echado atrás, por ahora. Crucemos los dedos.
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