Bajé a comer a Santa Cruz, en moto, pensando que tendría fresquito en la cara y ¡craso error!, terrible experiencia la de bajar enfundado en la chaqueta motera, que me enfundo haga frío o sea esto un infierno (you know bro, only one life!); llegué como si saliera de una sauna y, al volver a casa, creo que pudo ser peor. A las 3 la torre-depósito de la refinería marcaba 33° y al subir no me dio tiempo de echarle un ojo, pero si no había un poco más mentiría al decirlo. Llegué exhausto, una limonada y un rato de natación olímpica antes de sentarme frente al ordenador. Esta tarde terminaré de encajar los esquemas de cumplimiento del Decreto de Habitabilidad de la ley de vivienda de Canarias.
Al llegar, cómo no, ya me habían mandado por whatsaap una foto de la torre de la refinería donde hay colocado un reloj/ termómetro gigante que te da la bienvenida cuando entras a la ciudad. Infierno sí, sentido del humor también.
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