No es el cuadro del Bosco ni estamos en el Museo del Prado, pero mi pequeño jardín sin duda hace las delicias de mis perras y las mías. Este fin de semana ha hecho calor, mucho, sobre todo ayer, pero hoy amaneció fresquito -espero que dure toda la semana- y ha sido muy agradable sentarse en el jardín a disfrutar de la agradable temperatura.
Hasta hace un rato estuve con Natalia y Rodri sentados en la mesa hablando de lo humano y lo divino, del trabajo y de la dignidad. Otro día que pasa, otro mes que se termina y uno nuevo que empieza. ¿No les parece que 2011 va muy rápido?
Fui a ver Harry Potter, por fin, esta mañana. Esta es una de esas cosas poco común, pero últimamente es raro la noche que no bostece sospechosamente en el cine, así que ir a la sesión matinal del mediodía estuvo bien. Un paseo a La Orotava, un par de regaliz con sabor a chicle Kojak, la película y vuelta a casa.
Parece mentira, pero ya han pasado 14 años desde aquella tarde en que mi amigo Fernan, que vivía en Los Angeles por aquel tiempo, nos habló de un audio-libro que había escuchado llevando un coche desde Boston hasta L.A. Se trataba de la historia de un niño mago llamado Harry Potter. Aquel año, 1998, habían publicado el primero de los libros en Estados Unidos, y un año antes ya lo habían hecho en Inglaterra. Tuvimos que esperar hasta el año 2000 para poder tenerlo traducido al español como "Harry Potter y la piedra filosofal". Recuerdo que me había comprado un ejemplar en inglés de la primera novela y que perdí al dejarlo olvidado en el asiento de un avión en un vuelo de Londres a San Francisco. Fueron pasando los años, yo leía los libros y disfrutaba con las películas, hasta que en 2007 se acabó la serie con la publicación del último "Harry Potter y las reliquias de la muerte". Terminar de leerlo fue despedirse de algo y alguien que formaba parte de nuestras vidas -he ahí la magia de la literatura-. Hoy, al ver la última de las películas, se cierra definitivamente una etapa.
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