Hay que creer en los buenos amigos, en ellos y a ellos, y además darles el beneficio de la duda. ¿No leemos los periódicos o vemos las noticias en la televisión y hasta podemos llegar a creer lo que nos cuentan? ¿cómo entonces no vamos a creer a la gente que queremos? Todo es relativo, lo que nos pasa o lo que pasa a nuestro alrededor. Después de unos días la concepción de las cosas varía, se pierde interés por las noticias, el pasado se difumina... ¿y qué queda? pues los amigos; los buenos. Ya se sabe: quien tiene un amigo tiene un tesoro.
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