jueves, 23 de diciembre de 2010

EL REY HA MUERTO, ¡VIVA EL REY!

Que se termine la vida útil de un ordenador crea siempre un pequeño trastorno. Uno ya lo ha ido haciendo a su medida, con los programas precisos, los favoritos del navegador, las direcciones de correo en el Outlook, las cuentas configuradas, etc. Menos mal que hace justo una semana se me ocurrió hacer una copia de seguridad en un DVD de todo lo importante, porque ayer por la mañana, cuando me levanté, me di cuenta que mi ordenador había pasado a mejor vida, y con él todo lo del disco duro. El pobre llevaba algún tiempo apagándose solo, diciéndome que no había memoria, dejando tieso el ratón, etc., etc., etc. Yo, que había traído uno viejo del estudio, pero con el disco duro limpito limpito, me negaba a darle el pasaporte y, aunque cada vez me constaba más encenderlo, cuando lo lograba me sentía feliz de seguir teniendo "mi ordenador". Pero ayer dijo adiós y si te he visto no me acuerdo. No hubo manera por lo que he claudicado y escribo desde el ordenador de repuesto, o sea, que a rey muerto rey puesto. Esta tarde me he entretenido en empezar a dejarlo como a mi me gusta, pasito a pasito. Cuando instalo algún programa me acuerdo de nuestro primer ordenador, que compramos para el estudio con un préstamo del banco hace 20 años, de 1.000.000 de pesetas, que nos dio para una fotocopiadora, el susodicho y un fax. Del fax casi no tengo recuerdos, del ordenador mejor no hablar (33Hz, ms2, pantalla verde...) y la fotocopiadora, mal que bien, sigue en el estudio y ¡funciona! Quién nos iba a decir en aquella época que la informática iba a formar parte de nuestras vidas como lo es comer o lavarse los dientes. Pero sí, con pequeñas cosas como ésta es como se escribe la Historia.

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