Por lo menos, una amenaza grave. A partir de ahora, será más difícil construir y reforzar relaciones internacionales.
WOLFGANG ISCHINGER
Día 08/12/2010 - 05.45h
http://www.abc.es/20101208/internacional/diplomacia-201012080444.html
¿Por qué están los diplomáticos tan horrorizados por lo que el ministro de Exteriores italiano ha denominado el 11-S de la diplomacia?
En primer lugar, las filtraciones de comunicaciones diplomáticas secretas o confidenciales —ya sean a través de palomas, cartas selladas, telegramas clásicos o mensajes de correo electrónico codificados— son tan antiguas como la diplomacia en sí. Las filtraciones se producen constantemente: pueden deberse a los conflictos entre los distintos organismos de un Gobierno, a una oposición deseosa de derrocar un Gobierno, a un Gobierno que pretende amenazar o debilitar a un adversario, a un individuo exageradamente ambicioso...
Algunas filtraciones son inofensivas, otras son letales, y algunas han llegado incluso a provocar una guerra. Pero todas las filtraciones dañan o destruyen la confianza, de un modo u otro. Y la confianza es el bien más preciado en la diplomacia. Esa es la razón por la que la continua publicación por parte de Wikileaks de cientos de miles de telegramas diplomáticos estadounidenses pone en peligro a toda la especie. Hace peligrar el negocio de la diplomacia.
En segundo lugar, la mayoría de las filtraciones tienden a producirse en democracias. Sería una auténtica sorpresa que la siguiente carga que Wikileaks vierta en internet contenga comunicaciones filtradas por un funcionario gubernamental chino o iraní. Los regímenes autocráticos son víctimas menos frecuentes de filtraciones provenientes de sus propias estructuras gubernamentales. Por tanto, las sociedades abiertas tienden a estar en relativa desventaja frente a los países menos democráticos en lo que respecta a la consecución de objetivos de política exterior sin que se vean afectados por filtraciones. No cabe duda: el ejercicio de la diplomacia estadounidense se ha visto gravemente perjudicado por el material diplomático filtrado.
¿Y qué hay de la transparencia gubernamental? ¿Qué hay de la libertad de información como derecho civil?
Sí, en las democracias los gobiernos deben rendir cuentas. Pero el derecho de los ciudadanos a saber se refiere fundamentalmente a las políticas de su propio Gobierno.
En tercer lugar, construir y reforzar las relaciones internacionales será más difícil a causa del tráfico de información como el de Wikileaks. Las fuentes se secarán, los embajadores solo podrán escuchar lo que sus interlocutores locales quieran leer en el periódico y a los diplomáticos les será menos fácil acceder a la información que valga la pena proteger. Aún peor, la transmisión de información entre organismos del mismo Gobierno se reducirá, las embajadas podrían verse privadas de cierto tipo de información por miedo a las filtraciones y los embajadores verse excluidos de algunas reuniones de sus superiores.
WOLFGANG ISCHINGER
Día 08/12/2010 - 05.45h
http://www.abc.es/20101208/internacional/diplomacia-201012080444.html
¿Por qué están los diplomáticos tan horrorizados por lo que el ministro de Exteriores italiano ha denominado el 11-S de la diplomacia?
En primer lugar, las filtraciones de comunicaciones diplomáticas secretas o confidenciales —ya sean a través de palomas, cartas selladas, telegramas clásicos o mensajes de correo electrónico codificados— son tan antiguas como la diplomacia en sí. Las filtraciones se producen constantemente: pueden deberse a los conflictos entre los distintos organismos de un Gobierno, a una oposición deseosa de derrocar un Gobierno, a un Gobierno que pretende amenazar o debilitar a un adversario, a un individuo exageradamente ambicioso...
Algunas filtraciones son inofensivas, otras son letales, y algunas han llegado incluso a provocar una guerra. Pero todas las filtraciones dañan o destruyen la confianza, de un modo u otro. Y la confianza es el bien más preciado en la diplomacia. Esa es la razón por la que la continua publicación por parte de Wikileaks de cientos de miles de telegramas diplomáticos estadounidenses pone en peligro a toda la especie. Hace peligrar el negocio de la diplomacia.
En segundo lugar, la mayoría de las filtraciones tienden a producirse en democracias. Sería una auténtica sorpresa que la siguiente carga que Wikileaks vierta en internet contenga comunicaciones filtradas por un funcionario gubernamental chino o iraní. Los regímenes autocráticos son víctimas menos frecuentes de filtraciones provenientes de sus propias estructuras gubernamentales. Por tanto, las sociedades abiertas tienden a estar en relativa desventaja frente a los países menos democráticos en lo que respecta a la consecución de objetivos de política exterior sin que se vean afectados por filtraciones. No cabe duda: el ejercicio de la diplomacia estadounidense se ha visto gravemente perjudicado por el material diplomático filtrado.
¿Y qué hay de la transparencia gubernamental? ¿Qué hay de la libertad de información como derecho civil?
Sí, en las democracias los gobiernos deben rendir cuentas. Pero el derecho de los ciudadanos a saber se refiere fundamentalmente a las políticas de su propio Gobierno.
En tercer lugar, construir y reforzar las relaciones internacionales será más difícil a causa del tráfico de información como el de Wikileaks. Las fuentes se secarán, los embajadores solo podrán escuchar lo que sus interlocutores locales quieran leer en el periódico y a los diplomáticos les será menos fácil acceder a la información que valga la pena proteger. Aún peor, la transmisión de información entre organismos del mismo Gobierno se reducirá, las embajadas podrían verse privadas de cierto tipo de información por miedo a las filtraciones y los embajadores verse excluidos de algunas reuniones de sus superiores.
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