"En el armario, entre los libros y los calcetines, el doctor guardaba el queso y los huevos que le llevaban del campo. Atendía a todo el mundo y todo el mundo le quería. Atendía incluso a quienes no podían pagarle. Muchas veces ni siquiera se comía él los huevos que le daban, sino que se los regalaba a los niños que jugaban en la calle; decía que a los niños los huevos le venían mejor que a él, que era un viejo, aunque tan viejo no era, tenía cuarenta años como mucho, pero se conservaba mal y caminaba encorvado, con un hombro más alto que el otro y arrastrando los pies..."
Extracto de "Sagitario", de Natalia Ginzburg, 1957.
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