Dave Thomas Junior, *Little piece of nothing.
Suena el despertador, pongo los pies en el suelo, me levanto y voy al baño caminando estilo zombie, termino, colonia, ropa y abajo. No me doy cuenta, hasta que me coloco el anillo de mi padre y el reloj que son las 2 de la mañana.
Algo ha pasado con el despertador.
Vuelvo a subir a la habitación, reconfiguro la hora del reloj de la mesa de noche y me duermo hasta que suena el despertador, esta vez a la hora programada, la correcta y nuevamente deambula un no muerto por mi casa.
Vuelta a empezar, dos comienzos para este lunes que nos va acercando al final del verano. El otoño nos devolverá el colegio, el tráfico, la gente en las calles, pero ignoramos si este año volverá el fresco tan pronto o deberemos esperar a que llegue el invierno.
Ha sido un fin de semana intenso, no sólo por el calor que ha vuelto a las islas, esperemos que no para quedarse, sino por la exitosa reunión familiar del viernes, cena con amigos el sábado y nuevo almuerzo familiar el domingo, esta vez en petit comité. Un más que agradable fin de semana que fortalece los lazos del amor y del cariño y nos recuerda lo afortunados que somos por tenernos.
También, como pequeño regalo inesperado, tuve una buena noticia profesional con agradecimiento incluido, inesperado y caído del cielo que, espero, suponga un punto de inflexión en mi relación desafectiva con el trabajo.
El optimismo que no falte y las bofetadas sin manos tampoco.
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