Cada mañana tomo cafñe en el bar de siempre, ese que todos tenemos cerca del trabajo y al que acudimos recurrentemente. Al que voy yo tiene su poripio encanto, el propietario ultraconservador y del Madrid, y su mujer que tranquiliza las aguas cada día. El televisor, encendido todo el día, con política o con fútbo, ambos temas ideales para que se prenda la mecha. Si la culpa de todo la tuvo Zapatero, ahora es de Pedro Sánchez, si hablamos de política; si de lo que se trata es de fútbol, la culpa la tiene el Barça. Me asompra que el fútbol dé para tanto, un programa diario sobre los equipos españoles, los extranjeros, jugadores, presidentes de los clubes, jugadas... Día tras día se pelean, gritan, intentan superar al contertulio sentenciando y siempre con ese idioma paralelo de los periodistas deportivos, ese argot futbolero que me supera: los once, la roja, el tete. Para vomitar.
Soy tan poco original que descubro al médico Ramón Albero, interesado tanto en el lenguaje como en el fútbol y que ha escrito esta joya.
Soy tan poco original que descubro al médico Ramón Albero, interesado tanto en el lenguaje como en el fútbol y que ha escrito esta joya.
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Rossini, "La Cenerentola". *Non più mesta.
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