domingo, 14 de marzo de 2021

HOY SÍ, UN AÑO

 
Estado de alarma, confinamiento, ¡quédate en casa!, perplejidad, aplausos, Simón, más aplausos... Vacuna, vacuna salvadora y redentora, vacuna como agua de mayo, vacuna como la panacea. Vacuna que finalmente llegó y nos devolvió la esperanza, o eso creíamos. Hoy, un año después, entre tira y afloja y espectáculos políticos vergonzosos, nos hallamos inmersos en la tan esperada campaña de vacunación, donde cualquier parecido con lo prometido, que es deuda, sería pura coincidencia, donde curas, obispos, alcaldes, infantas y demás listillos echan mano del ¡sálvese quien pueda! sin impostarles un bledo el resto. Una campaña de vacunación tan tan lenta que ya nos aboca a mirar al 2022 como año salvador. 
Terminaba el 3 de mayo del año pasado mis crónicas diarias mientras estuvimos confinados, crónicas que enviada cada mañana a mis amigos para sentirme algo más acompañado. Algunos me escribían, los menos, pero escribir me servía de escape y aún lo sigo haciendo. Por cierto, me contestan a mis pequeños escritos uno o ninguno. C'est la vie!

G. Rossini, "Guillermo Tell", *Obertura.
DÍA 49 (03.03.2020)

Es el momento de dejarlo sí, sin que llegue a la barrera del día 50º, así que dejaré de escribir estas pequeñas crónicas del coronavirus que volverán a ser mis modestas reflexiones diarias, mi música, mis libros, mis animales... estas crónicas sobre la vida misma o "mis vidas", como tantas veces me recuerda mi amiga G. La vida parece diferente, algo ha cambiado y se nota. La gente está más feliz después de esta etapa abierta ayer, deporte, paseos, calle, ¡lo más normal del mundo convertido en toda una nueva aventura! Hoy Día de la Madre, reinventado. Nosotros hemos contratado un brunch online que llevarán a casa de mis padres sobre las 11, según parece. Disfrutemos pues de este día 49º de encierro casero porque ya se ve el final, no cabe otra, y aterricemos esta mañana en Nueva York, formato libro. Mañana más, pero sin sombra de coronavirus.

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