La jubilación, como la vacuna redimidora, ni está si se la espera, paciencia. Si en los últimos años ha pasado de los 65 a los 67, ¿quién sabe lo que nos depara el futuro?
¿Cuánto podré aguantar a este ritmo de trabajo? me preguntaba ayer al llegar a casa rendido, cautivo y desarmado como el ejército rojo. Sin ganas para volver a sentarme frente al ordenador, con el teléfono en silencio, que algo ayuda, como Job volvía a rehacer la lista de prioridades que aumenta y cambia como la gata moviendo sus cachorros. O uno u otro, pienso recurrentemente, los dos acabarán conmigo, pero luego ahí seguimos, invencibles. E ingenuos. Mientras, continúa el metrónomo de la vida a su ritmo inexorable entre muchos cafés, pocas copas y nada de puros. Chopin fue un adelantado componiendo su vals del minuto que bien podría ser la banda sonora de muchas de nuestras vidas. Al estrés y la presión diaria de la olla donde nos movemos, sumaremos la sombra del COVID, alargada como el ciprés, las preocupaciones por el trabajo, el futuro, la familia, los amigos, la salud y el dinero (ponlo en el orden que prefieras).
¿Cuánto podré aguantar a este ritmo de trabajo? me preguntaba ayer al llegar a casa rendido, cautivo y desarmado como el ejército rojo. Sin ganas para volver a sentarme frente al ordenador, con el teléfono en silencio, que algo ayuda, como Job volvía a rehacer la lista de prioridades que aumenta y cambia como la gata moviendo sus cachorros. O uno u otro, pienso recurrentemente, los dos acabarán conmigo, pero luego ahí seguimos, invencibles. E ingenuos. Mientras, continúa el metrónomo de la vida a su ritmo inexorable entre muchos cafés, pocas copas y nada de puros. Chopin fue un adelantado componiendo su vals del minuto que bien podría ser la banda sonora de muchas de nuestras vidas. Al estrés y la presión diaria de la olla donde nos movemos, sumaremos la sombra del COVID, alargada como el ciprés, las preocupaciones por el trabajo, el futuro, la familia, los amigos, la salud y el dinero (ponlo en el orden que prefieras).
Desde el lejano Marte, la sonda Prerseverance observa impávida la Tierra girando, con sus muertos por la pandemia y por lo de siempre; al Papa Francisco en Irak, tendiendo puentes, mientras lo acusan de hereje; al inefable Bárcenas desabrigándose; a los transexuales luchando por sus derechos y renglones torcidos en España; a los modernos Auswitch para vacas, pollos, patos y demás pobres anilames.
Miércoles ya con el calendario de sobremesa lleno de anotaciones, pero vivo y coleando, ¡quién lo hubiera dicho! Yo no me doy ni un asalto.
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