¿Por qué
empezar a trabajar a las 4 de la mañana?
Varios
estudios apoyan el método popularizado por grandes ejecutivos que empiezan a
trabajar de madrugada.
Barbara Ayuso . Madrid 1 SEP 2016 - 16:45 CEST
http://politica.elpais.com/politica/2016/08/31/actualidad/1472660552_570731.html
Su
despertador suena a las cuatro de la madrugada por elección, no por obligación.
A esa hora no hay ruido ni real, ni social: el teléfono está mudo, las redes
sociales desiertas y la mayoría aún duerme. La hora perfecta para empezar a
trabajar, para ellos, es antes del amanecer. Una rutina laboral que cada vez
gana más adeptos, que han rediseñado su horario para aumentar su productividad
y ganarle horas al día.
Hace dos años, Filipe
Castro, director de marketing de Prodsmart
acusó un mal común: no tenía tiempo para nada. El trabajo devoraba parte de su
día, y apenas quedaba espacio para el ocio, la familia, o el deporte. Así que,
siguiendo los pasos de grandes ejecutivos como Tim Cook o el director de Starbucks
Howard
Schultz, se propuso el reto de levantarse a las 4:30 de la mañana durante
21 días. No para trabajar más horas, sino para trabajarlas mejor. Y funcionó:
"Descubrí que desde entonces hasta las siete de la mañana no hay
distracciones, como si nada ocurriese en el mundo. Eso me ayuda a concentrarme
más y a ser más productivo, en esas horas resuelvo gran parte del trabajo del
día", explica. Después de algo más de dos horas trabajando, hace ejercicio
y se incorpora a la oficina en torno a las 10, con el grueso de sus tareas
realizado.
Este tipo de rutinas alejadas de los estándares llevan años
creciendo en EEUU, núcleo de los métodos de gestión del tiempo y la
productividad. Cuentan con su propia literatura, infinidad de manuales,
escuelas y gurús que con sus particularidades; coinciden en lo esencial.
"Todos los estudios indican lo mismo: que la dos horas más productivas son
las primeras del día, nada más llegar al trabajo, que suele ser de 9 a 11"
resume Dan Ariely, catedrático de
Sociología y Economía conductual en la Universidad de Duke (Carolina del
Norte). Su propuesta pasa por adelantar ese inicio de la jornada a la
madrugada, cuando las distracciones disminuyen y la sensación de aislamiento
refuerza la concentración. Y la eficiencia.
Alondras y búhos
Según sus estudios, estamos profundamente equivocados
respecto a nuestros hábitos: "La mayoría pensamos en nosotros mismos como
más transnochadores de lo que realmente somos, creemos que somos más
productivos de noche", explica. Esto lleva a prolongar las jornadas hasta
altas horas, lo cual no se traduce en más efectividad sino en más cansancio. El
catedrático apela a la tradicional distintición entre "alondras" y
"búhos" (la gente más activa durante las mañanas frente a la
noctámbula). "En realidad, creer que rindes más por las noches es solo una
ilusión", dice. Mantiene que la madrugada tiene "un montón de
atractivos" relacionados con la falta de distracciones, pero la mejor
forma de sacarles partido no es trasnochar sino arrancando el día de madrugada.
Durante la mayor parte de su vida, Berto Pena se creyó un
búho incurable, incapaz de ser productivo a horas más tempranas. El director de
ThinkWasabi trabajaba hasta tarde pero
sentía que no rendía. Hasta que empezó a aplicar
las rutinas del gurú David Allen, basada en el método de Getting Things
Done, y que también comparte la premisa madrugadora. "La seguí durante
años y me dio resultado. Ahora ya no me levanto a las 4, sigo mis propios
hábitos y método, porque hay un momento para cada cosa y las necesidades
cambian", explica. A las 6 de la mañana ya está delante del ordenador,
entregado a las tareas más creativas y las que le requieren más concentración.
Sin llamadas telefónicas, interrupciones o redes clamando atención.
"Cuando la mayoría de la gente se incorpora al trabajo yo casi he cubierto
la mitad de mi jornada. El día se aprovecha más, porque no faltan horas, lo que
falta es organización", agrega.
La investigación más reciente a este respecto corresponde al
psicólogo Josh Davis, director de investigación en el NeuroLeadership
Institute, publicada la pasada semana en The
Wall Street Journal. Sus resultados no solo secundan las tesis de los
beneficios de iniciar la jornada temprano, sino que además dice haber
descubierto la hora idónea para poner el despertador: las cuatro de la
madrugada, la nueva hora bruja.
La importancia del entorno
Victor Martín, consultor de la agencia Young Media, se levanta a las cinco, pero
no se pone a trabajar inmediatamente. "Primero, medito una hora. Reconecto
conmigo mismo y hago visualizaciones. Sé que suena un poco a monje, pero para
mi nivel de concentración es fundamental. Después ya conecto con el mundo y
empiezo a trabajar. Es algo que hace cada vez más gente", explica. Él
también sufrió un cambio de hábitos hace algunos años, motivado por una
circunstancia familiar que le obligó a replantear su horario. Realizó una de
las dietas
del sueño de Uberman, de las menos radicales, consistente en dormir cuatro
horas y media por la noche y completar el ciclo con dos siestas de 20 minutos a
lo largo del día. "Había que ser muy escrupuloso, tenían que ser
exactamente esos minutos o todo se iba al traste", recuerda. Aunque le
satisfacía, los viajes y el jet lag le impidieron continuar: "Y eso que
era la menos estricta de estas dietas, que yo creo que poca gente consigue
mantener" comenta.
Pero además del período de aclimatación (que Víctor sitúa
más en los 66 días que en los 21 tradicionales) el entorno es fundamental.
"He tenido que reeducar a quienes me rodean laboralmente para que me
contacten cuando puedo ser contactado, porque las llamadas de teléfono son
ladrones de tiempo brutales", explica. Como la mayoría de seguidores de
este tipo de rutinas, Víctor programa sus correos electrónicos para no
enviarlos a horas intempestivas y se acuesta temprano, otro de los pilares del
método. Sus seguidores duermen entre 6 y 7 horas de media y aseguran que su
vida social no se ha visto perjudicada. "Yo no sé si es un mito lo de las
8 horas de sueño, pero yo he rendido y rindo durmiendo menos", subraya
Berto Pena.
A pesar de ello, son conscientes de que este tipo de métodos
pueden no ser universalmente válidos: "En trabajos como el mío, con más
flexibilidad, es más sencillo. Y eso no todos lo tienen. Pero también es cierto
que todo el mundo puede intentar levantarse antes, que es algo que muchos ni
intentan y tiene muchos beneficios", opina Filipe. Aunque cada vez más
directivos norteamericanos - y también figuras como Michelle Obama- con
frecuencia apelan a este tipo de rutinas como clave del éxito, aún
son pocos los CEO españoles se suman a la tendencia. "Las sociedades
tienen sus propias particularidades culturales, pero la sociedad no es siempre
el mejor ejemplo a seguir", opina el empresario portugués. "Yo no trato
de convencer a nadie de que se levante a las 4.30 también, solo digo que cada
uno debe buscar sus mejores rutinas y adaptar su vida a ellas, no seguir las
rutinas que la sociedad marca", apostilla.
Al final, todo se trata de una cuestión de hábitos y de la
flexibilidad de estos. "Tú eres tu hábito, no al revés. No existe tal cosa
como la predisposición", dice Victor, que antes de recolocar sus horarios
también creía que era un ave nocturna. "Son los hábitos los que tienen que
estar a tu servicio, no al revés. A mi no me importa levantarme a tal hora,
sino lo que consigo con ello", explica Berto Pena. En lo que coinciden
todos es las repercusiones positivas de haber adelantado unas cuantas horas la
alarma del despertador: dicen ser más productivos, pero también estar más
descansados y con más tiempo disponible para todo lo que no es trabajo.
Lamentablemente no hay fórmulas mágicas ni un esquema fijo e infalible. Tampoco
horas brujas: "No es que seamos más productivos a las 4 de la mañana, es
que el entorno en sí mismo lo es", concluye Dan Ariely. Se trata de
recolocar el puzzle para hacerlo encajar.
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