Aunque debamos ser tolerantes con todas las religiones yo no puedo dejar de estar indignado con la inminente visita del papa a España. Madrid ha cerrado al tráfico el centro de la ciudad, lo que conlleva que, te guste el fulano o no, tienes que tragarte toda la parafernalia -cumbayás incluidos-, a la par que toda esa ingente cantidad de dinero que va a costar la visita del susodicho, probablemente, y entre otras guindas como la de eliminar la excomunión a las mujeres que han abortado (¡malas, malas, malas!), se dedicará a echar pestes del gobierno, de las leyes laicas y de todos los avances sociales que se han ido consiguiendo en estos últimos años. ¿Y en qué coyuntura decide el Vaticano, el Gobierno español, Rouco o quién sabe quién este despliegue de proselitismoa-salvador...? Pues en medio de la mayor crisis económica de la historia y, justo justo, cuando países como Somalia vuelven a morirse, l i t e r a l m e n t e, de hambre. Pero bueno, demos gracias a dios porque el papa rezará por ellos en Madrid en esta Jornadas Mundiales de las Juventudes hitlerianas, perdón bienalimentadas, quise decir.
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