Opinion/ 8/11/2010 (16:26 h.)
Sumisión ante un jefe de estado extranjero
ANTONIO JOSÉ GONZÁLEZ HERNÁNDEZ
http://www.canariasahora.es/opinion/6292/
El artículo 16.3 de la Constitución Española de 1978 dispone que “3. Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.”
Ayer, a la llegada de Benedicto XV, Papa y Jefe de Estado del Vaticano, fue recibido, como otros jefes de estado, por las más altas instancias del nuestro: el Príncipe de Asturias en representación del Jefe del Estado (el Rey), y varios Ministros de nuestro Gobierno. Ha habido, por parte de un sector, durísimas críticas ante la ausencia del Jefe del Gobierno, Rodríguez Zapatero. Tampoco estuvo el Rey. Ambos estuvieron ausentes así como ambos se entrevistaron brevemente con él el día de su partida. Curiosamente, quienes han criticado al Jefe del Gobierno no han criticado al del Estado por hacer lo mismo.
Son unas circunstancias que quedan por completo en un segundo plano ante otros sucesos, en mi opinión, muchísimo más graves. La actitud mostrada por el Príncipe de Asturias y varios Ministros en el saludo a Benedicto XV. Estrecharon su mano derecha y bajaron la cabeza. Ese saludo, bajando la cabeza, hecha por un gobernante, es una señal de sumisión que se muestra ante alguien que está por encima de nosotros, que ejerce soberanía sobre nosotros. La soberanía en nuestro país corresponde al pueblo, conforme al artículo 1.2 de la Constitución: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.”
La combinación de los dos preceptos constitucionales citados hace no solo que esté absolutamente fuera de lugar ese saludo mostrando sumisión, sino de todo punto inadmisible. El pueblo español, y por ende sus representantes, elegidos o no, jamás deben mostrar sumisión ante ningún extranjero, sea jefe de estado o no, Papa, Imán o Rabino. Las confesiones y convicciones religiosas del Príncipe de Asturias y los Ministros son privadas, personales. En cuanto a su función pública, deben ser como ordena la Constitución, aconfesionales. Nuestra Carta Magna específicamente dice de mantener relaciones de cooperación, lo cual excluye las de vasallaje o inferioridad ante persona alguna.
Me pregunto si esas mismas personas ofrecerían también ese saludo de sumisión ante otros líderes religiosos, como el gran rabino de Jerusalén o un Ayatolah… o la Reina de Inglaterra, que además de Jefe del Estado de Gran Bretaña es Jefe de la Iglesia Anglicana.
Por otro lado, me resulta lacerante que esto haya sucedido con el Jefe de un Estado que legalmente es el más machista que existe, pues es el que más discrimina a las mujeres que no pueden ocupar puestos de gobierno y a la que están vedadas numerosísimas funciones y cargos en los que no tiene fundamento diferenciación alguna por razón de sexo. En España tanta lucha por la igualdad entre hombres y mujeres para luego mostrarse sumisos ante sus más recalcitrantes opositores. A mayor abundamiento, legalmente es una dictadura expresa, en la que la elección del Jefe del Estado es vitalicia y el poder que ostenta es absoluto, sin limitación alguna. Y que, para rematar, preconiza que su Jefe de Estado es infalible, lo cual la convierte política y socialmente en la dictadura más férrea de cuantas existen.
Con una mínima dignidad ética y democrática, esta actitud palmariamente contraria a la Constitución Española y gravísimamente atentatoria contra la soberanía nacional debería tener consecuencias para quienes las mostraron. No habrá ninguna, por supuesto. Estamos en un país atrasadísimo en lo que respecta a la no confesionalidad del Estado y el respeto a los que no son católicos.
Sumisión ante un jefe de estado extranjero
ANTONIO JOSÉ GONZÁLEZ HERNÁNDEZ
http://www.canariasahora.es/opinion/6292/
El artículo 16.3 de la Constitución Española de 1978 dispone que “3. Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.”
Ayer, a la llegada de Benedicto XV, Papa y Jefe de Estado del Vaticano, fue recibido, como otros jefes de estado, por las más altas instancias del nuestro: el Príncipe de Asturias en representación del Jefe del Estado (el Rey), y varios Ministros de nuestro Gobierno. Ha habido, por parte de un sector, durísimas críticas ante la ausencia del Jefe del Gobierno, Rodríguez Zapatero. Tampoco estuvo el Rey. Ambos estuvieron ausentes así como ambos se entrevistaron brevemente con él el día de su partida. Curiosamente, quienes han criticado al Jefe del Gobierno no han criticado al del Estado por hacer lo mismo.
Son unas circunstancias que quedan por completo en un segundo plano ante otros sucesos, en mi opinión, muchísimo más graves. La actitud mostrada por el Príncipe de Asturias y varios Ministros en el saludo a Benedicto XV. Estrecharon su mano derecha y bajaron la cabeza. Ese saludo, bajando la cabeza, hecha por un gobernante, es una señal de sumisión que se muestra ante alguien que está por encima de nosotros, que ejerce soberanía sobre nosotros. La soberanía en nuestro país corresponde al pueblo, conforme al artículo 1.2 de la Constitución: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.”
La combinación de los dos preceptos constitucionales citados hace no solo que esté absolutamente fuera de lugar ese saludo mostrando sumisión, sino de todo punto inadmisible. El pueblo español, y por ende sus representantes, elegidos o no, jamás deben mostrar sumisión ante ningún extranjero, sea jefe de estado o no, Papa, Imán o Rabino. Las confesiones y convicciones religiosas del Príncipe de Asturias y los Ministros son privadas, personales. En cuanto a su función pública, deben ser como ordena la Constitución, aconfesionales. Nuestra Carta Magna específicamente dice de mantener relaciones de cooperación, lo cual excluye las de vasallaje o inferioridad ante persona alguna.
Me pregunto si esas mismas personas ofrecerían también ese saludo de sumisión ante otros líderes religiosos, como el gran rabino de Jerusalén o un Ayatolah… o la Reina de Inglaterra, que además de Jefe del Estado de Gran Bretaña es Jefe de la Iglesia Anglicana.
Por otro lado, me resulta lacerante que esto haya sucedido con el Jefe de un Estado que legalmente es el más machista que existe, pues es el que más discrimina a las mujeres que no pueden ocupar puestos de gobierno y a la que están vedadas numerosísimas funciones y cargos en los que no tiene fundamento diferenciación alguna por razón de sexo. En España tanta lucha por la igualdad entre hombres y mujeres para luego mostrarse sumisos ante sus más recalcitrantes opositores. A mayor abundamiento, legalmente es una dictadura expresa, en la que la elección del Jefe del Estado es vitalicia y el poder que ostenta es absoluto, sin limitación alguna. Y que, para rematar, preconiza que su Jefe de Estado es infalible, lo cual la convierte política y socialmente en la dictadura más férrea de cuantas existen.
Con una mínima dignidad ética y democrática, esta actitud palmariamente contraria a la Constitución Española y gravísimamente atentatoria contra la soberanía nacional debería tener consecuencias para quienes las mostraron. No habrá ninguna, por supuesto. Estamos en un país atrasadísimo en lo que respecta a la no confesionalidad del Estado y el respeto a los que no son católicos.
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