Estuvimos anoche en Las Palmas, aprovechamos para ir al CICA y después a cenar a un italiano. El espectáculo muy bien, la cena psé, nada memorable. No soy un gran fan de los monologuistas, la verdad sea dicha, aunque a este pibe lo conozco por su perra Risa, y me caen bien, tanto él como la perra, a la que subió al escenario en varias ocasiones. En show es divertido, te ríes, es ameno, entretiene mucho. Estuvo muy bien, no puedo quejarme en absoluto. La cercanía entre el público y el protagonista, canario, era más que palpable. Pero mi problema no son tanto los humoristas sino que interactúan con el público, con eso no puedo. La posibilidad de que un foco se pose sobre mi, que pueda hablar conmigo, preguntarme o subirme al escenario, hace que "disfrute" del espectáculo todo menos relajado. Alucino con la gente que se muere por hablar, dar su opinión, gritar, contestar a las preguntas en alto; gustos para todos hay, sin duda, y muchos deben llevar un actor en sus venas. Yo no. Yo soy más de ir a un auditorio, a un teatro, sentarme en mi butaca, ver lo que hay, disfrutar, aplaudir y a casa. Los músicos, los actores, los bailarines, los cantantes, son los protagonistas, yo no.
Y así pasamos una noche de sábado.
Hoy trabajando ya un poco.
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