Parece que tiene muchas posibilidades de triunfar en los premios Oscar de este año. En "The Brutalist", película densa y larga, inclasificable, cruda, dura, emocionante, encontramos un poco de casi todo lo que revuelve la conciencia de un ser humano, más si hablamos de los años posteriores a la 2ª Guerra Mundial en los Estados Unidos, tan alejados de la tocada vieja Europa: racismo, antisemitismo, antibelicismo, religión, fanatismo, política, envidia, mediocridad, soledad, dinero, poder, ambición, amistad, amor, traición, injusticia, sexo, depravación, pobreza, hambre, depresión, droga, enfermedad, belleza, fealdad, brutalidad.
Nos habla del dinero como motor, como dios, como poder absoluto y la impunidad que otorga.
También de arquitectura, de la capacidad de manejar el espacio y la luz, de crear espejismos, de utilizarla como placebo contra las mentes estrechas y más reaccionarias.
Nos habla de los cambios posibles y de los imposibles.
De América y de Europa.
Y de esperanza ante tanta adversidad.
La biblioteca donde comienza todo es en sí mismo la declaración de intenciones de lo que el director, Brady Cornet, nos quiere contar sin paños calientes; la silla en el escaparate que desbanca a los cursis muebles torneados de la época. No hay respiro, la historia nos la cuenta sin miramientos, sin bondad, con crudeza. Posiblemente tal y como debió ser vivir en aquella época para un apestado, además de extranjero y judío.
El reparto genial, encabezado por un Adrien Brody soberbio.
Vayan preparados para 3:30h de metraje con descanso de 15 minutos incluido. No hay duda que la película dará que hablar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario