Anoche, como en los viejos viejos tiempos entregamos un proyecto modificado, complejo y atragantado, resultado de un informe extenso donde denegaban la licencia de obra. Unas semanas a piñón para acabar cruzando los dedos a ver si esta vez todo va como la seda. Optimismo.
Volver a pasar por esta experiencia que nos devuelve a los primeros tiempos de profesión, aunque sin mesas de dibujo, me confirma mis peores temores, entre otras consideraciones:
- La profesión ya no es lo que era.
- El romanticismo de la arquitectura ha muerto.
- Trabajar en equipo es imprescindible.
- Ya no estamos hechos para trabajar a contrarreloj.
- Las oficinas técnicas son el infierno.
- Todo (o casi) se arregla ganando la lotería o el euromillón.
- Necesito unas vacaciones.
♫
Nino Rota, *Plein Soleil.
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