Si hay dos fechas grabadas en nuestra memoria, junto quizá con las del Descubrimiento de América, la Revolución Francesa o la Rusa, es la del asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando de Austria, en 1914 o la invasión de Polonia en 1939, ambos hechos que dieron paso a la 1ª y 2ª Guerra Mundial, respectivamente.
En aquellas ocasiones, a principio del siglo XX, sin Internet ni CNN, las noticias iban y venían gracias a los reporteros de guerra, los artículos en periódicos y, sobre todo, los noticieros radiofónicos, poco más.
Hoy, llegando al primer cuarto de siglo, nos encontramos con la Guerra de Ucrania, antecedente más que posible de la 3ª Guerra Mundial (da miedo hasta escribirlo), como un bofetón sin manos, en las primeras páginas de los periódicos, en la TV, radio y todas y cada una de las redes sociales. Vemos en directo los bombardeos, el éxodo de la población, los muertos sobre la calzada, las manifestaciones reprimidas en Moscú y tantas y tantas noticias alrededor de toda esta guerra absurda. Hasta chistes y memes nos llegan sin parar.
Es algo tan terrible y de tanta magnitud que parecería que nos encontramos en el primer escalón, la negación. No podemos creernos lo que vemos, ¡guerra en Europa! y sin visos de terminar a corto plazo. Putin y sus amenazas, Ucrania desangrada, la OTAN ojo avizor y China jugando al me vengo a enterar ahora mientras, de camino, le echa el ojo a Taiwan.
Me estoy planteando cambiarle el nombre al blog, cretino se queda muy muy corto ya.
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