Nuestra cultura occidental adolece de tantos defectos, en particular la preparación ante la muerte, nula. Estamos tan acostumbrados a ver a nuestros mayores con nosotros que acabamos creyéndolos inmortales; craso error.
¡Qué putada es hacerse viejo!, le decía a un amigo ayer. Él, tan sabio como siempre, me respondió: no, no es una putada, es sólo parte del camino.
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