El ser humano es algo tan misterioso que a pesar de la edad que uno tiene ya no deja de sorprenderse. ¿Por qué algunas personas actúan de una manera u otra? He ahí la pregunta del millón imposible de responder. Si tenemos en cuenta que hay momentos y momentos, nos encontramos con unos que afectan, más por inesperados que pos otra cosa, y otros que directamente se desprecian y caen en el olvido. pero, no nos engañemos, por muy rápido que suba y baje la marea, en la arena siempre quedan trazos de lo inexorable.
He aquí mis dos últimas experiencias cual historias para no dormir.
- Velorio, bonita palabra. Gente, abrazos, palabras amorosas, besos y mejores deseos para el futuro. Me increpa una voz conocida: ¡pareces un caballero viejo! ¿A qué viene esto? pensé, no entiendo nada. Me doy la vuelta y ahí está, no podía ser otra persona. Espoleado por el triste momento y sobrepasado por tanta inoportunidad, todo fluye de manera automática; uno de esos momentos en la vida ante una de esas personas que lo piden a gritos, donde la respuesta contundente en forma de piñazo sería lo correcto. Claro que el punto de educación que uno conserva, a pesar de los pesares, me lleva a utilizar la "diplomacia" y contestar de manera seria y pausada: Eres una persona extremadamente d e s a g r a d a b l e y maleducada. La última vez que nos vimos, después de saludarte, me llamaste gordo dos veces, sin venir a cuento. No quiero que me vuelvas a dirigir la palabra en tu vida. En ese momento me sentí en la gravedad de la luna. Seguro que no habrá una próxima vez.
- Visitar a los enfermos, nos enseñaron de niños. Pues ahí voy, en medio del duelo y de los interminables ritos. ¿Cómo te encuentras...? Conversación inglesa, intrascendente, sobre lo humano y lo divino, hasta que, sin venir a cuento, dos perlas. Mal momento para echarme la bronca, pensé. Aturdido al sentirme por un momento saco de boxeo, contesto como puedo y me despido. ¡Adiós! Ahora no sé si habrá próxima vez, palabrita.
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