domingo, 20 de marzo de 2022

CASA DE ESTADÍSTICA (CASA PÉREZ-ALCALDE)


Una casa puede ser significar todo o nada. Si en ella se ha nacido y se habita desde hace 84 años, lo es todo, como en el caso de mi padre. Allí vivía con mi madre, ella desde hacía casi 60 años, él de toda la vida. La tríada familiar, avariciosa e insensible, quebró innecesariamente el statu quo y vendió la casa con mis padres dentro, de manera que estos últimos años en el exilio caseril han supuesto un tiempo de tristeza hasta que el corazón dijo se acabó.
Hoy, aparcada la moto frente a la casa que fue de los Pérez-Alcalde, mermada la familia irremisiblemente, la veía blanca, con añoro, casi sin reconocerla. La puerta por donde entraba y salía diariamente hasta que dejé la ciudad para estudiar, la que después atravesé tantas veces para visitar a mis padres, la que abandoné sin mirar atrás hace cuatro años, aparecía tan vacía como el resto.
Obras son amores, dicen, ¿no es así?

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