Me gusta la política, la decente por supuesto, leer, escribir, opinar, en definitiva intentar enterarme de cómo va el mundo y cómo poner mi granito de arena para que mejore, si es posible. Por eso, leer noticias como la de hoy en EL PAÍS, acerca de la avaricia de Ignacio Gonzalez, cuya avidez por robar -no hay otra palabra mejor- parece no tener límite, me produce auténtica revoltura de estómago. Nuevas leyes urgen para este tipo de políticos, multas millonarias, devolución íntegra de lo robado, inhabilitación de por vida y cárcel. Tan simple.
Asco me da esta gentuza.
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