Terminé de leer este domingo "Una casa en el fin del mundo", por lo que ahora tengo tiempo de nuevo para, entre varios de los libros que leo al mismo tiempo (sí, lo sé, ¡maldita costumbre!), dedicarme más a "El cementerio de Praga" de Umberto Eco. Habré leído únicamente un 10%, más o menos, y hasta ahora me gusta. Ya les iré contando a medida que avance en su lectura.
Me da vergüenza ponerme a escribir, como si desnudara mi alma.» Así empieza el relato vital del capitán Simonini, un piamontés afincado en París que desde joven se dedica al noble oficio de crear documentos falsos. Estamos en marzo de 1897 pero las memorias de este curioso individuo abarcarán todo el siglo XIX.
Es un homenaje a la novela propia de la época, el folletín, son las novelas de Dumas y Suelas que inspiran al falsario en la creación de sus documentos, de lo cual se deduce que es la realidad la que copia a la literatura y no viceversa. En El cementerio de Praga, nada es lo que parece y nadie es quien realmente dice ser: todo es según convenga, pues, bien mirado, la diferencia entre un hada y una bruja es solo una cuestión de edad y encanto…
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