lunes, 16 de abril de 2012

UN REY MATAELEFANTES... Y OSOS, Y LEOPARDOS...

A la caza
Carlos Boyero 14 ABR 2012 - 20:50 CET
 
Admites que debe ser extenuante la heroica tarea de los monarcas, que sus manos estarán amenazadas por la tendinitis al tener que estrechar miles día tras día, que de tanto sonreír a su amado pueblo y a los mandatarios que les visitan se les puede paralizar la boca, que debe de ser horroroso tener que comer continuamente con desconocidos en los infinitos almuerzos y cenas que forman parte ineludible de su trabajo.
Imaginas que el rey de España posee infinitas razones para deprimirse además del cansancio físico y anímico que le deben causar esos rituales fijos. A saber: uno de su yernos es un presunto manguis, aunque, por supuesto, la esposa de este no tendrá que pasar por el plebeyo oprobio de tener que declarar en un juzgado sobre la presunta delincuencia que ejercía su marido, ya que la inocente Infanta vivía en el limbo y jamás cometió la ordinariez de informarse sobre el progresivo pastón que entraba en su dulce hogar; a otro exyerno le atacó un ictus cerebral, tal vez debido al excesivo agobio que supone figurar en tantos consejos de administración, o vaya usted a saber por qué, y años después se siente tan responsable de los lúdicos juegos de su niño Froilán que le permite divertirse en compañía de una inofensiva escopetita, y luego pasa lo que pasa. Es probable que el campechano Monarca, ese hombre justo y en posesión de la inatacable certidumbre de que todos somos iguales ante la ley, también se sienta triste porque los sombríos tiempos que vivimos han afectado al presupuesto de su pobre casa y no ha tenido más remedio que estrecharse el cinturón para dar ejemplo reduciendo en un excesivo y brutal 2% la asignación anual que le proporciona su amado pueblo.
Si John Huston se permitió el lujo de rodar una película en África con la única intención de eso tan opiáceo que debe ser asesinar elefantes (¿o se dice cazar?), es normal que el Monarca comparta esa adrenalínica pasión, que para olvidar pasajeramente que su desolado país corre peligro de quiebra intente serenarse en África metiéndole balazos a unos paquidermos que jamás le hicieron el menor daño. Pero disponer de un espíritu tan deportista y aventurero también implica el riesgo de que tus huesos se puedan quebrantar. Y la mala suerte se ceba con demasiada frecuencia en la anatomía del hombre que vela por la felicidad de los españoles. Sus piernas, sus brazos, sus ojos, sus caderas, sufren toda clase de accidentes a lo largo del tiempo. Sus súbditos vivimos en perpetuo sobresalto. ¿Qué sería de nosotros sin su irreemplazable figura?
Historia de cómo la Corona ha entrado en barrena
José Antonio Zarzalejos.-  15/04/2012

El Rey ha hecho que el vaso de muchas paciencias haya rebosado. La opinión pública -y publicada- recibió ayer con perplejidad la noticia de que Don Juan Carlos había sido operado en la Clínica San José de Madrid durante la madrugada del sábado de una fractura múltiple de cadera a consecuencia de una caída en Botsuana (África central) mientras participaba en una cacería de elefantes. Se desvelaba así la razón por la que el Jefe del Estado no había aparecido en público desde el pasado domingo de Resurrección, ni siquiera para visitar a su nieto mayor, Felipe Juan Froilán, primer hijo de la infanta Elena, ingresado en la clínica Quirón de la capital tras propinarse accidentalmente un disparo en el pie cuando pasaba en Soria sus vacaciones de Semana Santa con su padre, Jaime de Marichalar. El entorno del Rey había lanzado la especie de que estaba “muy afectado” por el accidente que le evocaba el que protagonizó él mismo y que acabó accidentalmente con la vida de su hermano, el infante Don Alfonso en Estoril en 1956. La realidad era muy otra: el Jefe del Estado -al parecer, invitado- se había trasladado a Botsuana, país al que se desplazó también en 2005, para practicar la caza mayor -de elefantes- ocultando el viaje bajo el eufemismo de su “carácter privado”. De hecho, según fuentes de toda solvencia, “Don Juan Carlos se encuentra abrumado por los problemas familiares” en alusión, no sólo a la delicada tesitura en la que le han dejado los Duques de Palma, sino también por el público y notorio fracaso de su matrimonio con Doña Sofía, de la que vive prácticamente separado. Su estrecha e íntima amistad con Corinna zu Sayn-Wittgenstein ha dejado de constituir un rumor para convertirse en una certeza, hasta el punto de que existe ya documentación acreditativa de que acompaña a Don Juan Carlos en viajes al extranjero y asume funciones de representación oficiosas. El apartamiento de la infanta Cristina de los actos oficiales y protocolarios, y la ruptura del matrimonio de los reyes, ha convertido a la familia Borbón Grecia en “desestructurada y mal avenida, con frecuentes enfrentamientos más o menos explícitos”, según fuentes de su entorno.
El desplazamiento del Rey al país africano -en el que España no tiene representación diplomática y con un sistema de comunicaciones precario- se producía después de que el 3 de abril viajase a Kuwait para “impulsar las relaciones políticas y económicas con aquel país”, sin que tampoco este desplazamiento constase en su agenda oficial ni se diese noticia previa del mismo. Lo más llamativo es que el Don Juan Carlos viajó al pequeño Estado árabe sin la compañía de un ministro de jornada, como manda no sólo la tradición, sino como también exige el refrendo -a efectos de cualquier tipo de responsabilidad- de los actos y palabras del Jefe del Estado según el artículo 64 de la Constitución.
La agenda del Rey tampoco fue desvelada por su Casa para saber con exactitud cuántos días de la Semana Santa pasó Don Juan Carlos en Palma de Mallorca. Según entornos próximos al monarca, el Rey parece sumamente renuente a dar conocimiento de sus actividades. Así sucedió cuando, a petición suya, se reunió en la sede de Telefónica el pasado 20 de marzo, con dieciséis de los diecisiete miembros del Consejo Empresarial de la Competitividad, que agrupa a los principales dirigentes de las grandes compañías españolas. El almuerzo se conoció por una filtración a El País y El Mundo que publicaron el domingo 25 de marzo en primera página una fotografía del acto a cinco columnas. A lo largo de la mañana de ese día, y ante el revuelo causado por la inédita exclusiva, la Casa del Rey -que asumió el error de considerar privado el encuentro pero que negó la autoría de la filtración- distribuyó a través de la agencia EFE las imágenes del monarca y los empresarios pero ya pasadas las 11 horas de la mañana.
Estos comportamientos del monarca se producen, además, después de la exclusión de la Casa del Rey -y por lo tanto, de las actividades del Jefe del Estado- del anteproyecto de Ley de Transparencia que aprobó el Consejo de Ministros el pasado mes de marzo. La vicepresidenta del Gobierno salvó esta omisión refiriéndose a la ambigua naturaleza jurídica de la estructura de apoyo a la Jefatura del Estado, cuyas cuentas, aunque sometidas al control de un interventor del Estado en excedencia, sólo son conocidas en sus partidas generales, sin detalle, y sobre las que el derecho de petición de conocimiento de los ciudadanos no será efectivo. Tanto en los círculos gubernamentales como parlamentarios, se reconocía que el monarca había perdido “una oportunidad de oro” para seguir impulsando el acercamiento de su Casa a los ciudadanos, más aún después de la incorporación a la misma de nuevo director de comunicación -Javier Ayuso- y la determinación con la que el Jefe de la misma -Rafael Spottorno- manejó la descalificación de la conducta (“poco ejemplar”) del yerno del Rey, Iñaki Urdangarin, imputado por varios delitos -prevaricación y falsedad, entre otros- en el llamado caso Palma Arena. Para librar a la institución de la Corona del desgaste de la presencia del Duque de Palma y de su mujer la Infanta Cristina, ambos han sido apartados del protocolo real, suspendiéndose así las asignaciones que la hija del Rey percibía por la representación que ostentaba en actos y eventos.
La Reina, sin embargo, entiende que “su condición personal de madre del heredero de la Corona y esposa del Rey” le compromete a seguir manteniendo las formas y asumir sus obligaciones oficiales, pese a los gestos crispados del monarca hacia ella. Especialmente evidentes cuando el Papa visitó España el pasado mes de agosto o cuando el pasado 15 de marzo su marido le instó abruptamente con un “¡déjame terminar!” en un acto celebrado en la Fundación La Caixa durante el que Don Juan Carlos dijo que “el paro juvenil me quita el sueño”. Doña Sofía se ausenta habitualmente de España para trasladarse a Londres donde “se encuentra a gusto con su hermano Constantino y sus sobrinos”. Ayer, la Reina estaba en Grecia a donde había viajado para celebrar la Pascua ortodoxa y no está previsto su regreso hasta mañana.
Por otra parte, Don Juan Carlos atribuye a su esposa buena parte de la responsabilidad en los “matrimonios poco idóneos” de sus hijos. Doña Elena, divorciada de Jaime de Marichalar, sometido ahora a una investigación policial por posible imprudencia al permitir a su hijo Felipe Juan Froilán manejar una escopeta de caza; Doña Cristina, casada con Iñaki Urdangarin, en un trance penal gravísimo, y el propio Príncipe de Asturias esposado con Doña Letizia Ortiz, divorciada, matrimonio que se le planteó por su hijo como un ultimátum en octubre de 2003: o aceptaba su enlace o renunciaba a la sucesión. Para acreditar ante su padre la firmeza de su decisión, Don Felipe no asistió el 12 de octubre de ese año al desfile militar que celebra, como todos, la fiesta nacional de España. El primero de noviembre de ese año se anunciaba oficialmente el enlace del heredero.
Fuentes tanto del Partido Popular como Socialista creen que el Rey “no ha entendido los gestos de adhesión que ha recibido”, primero el 27 de diciembre pasado con motivo de la apertura en el Congreso de la X Legislatura de la democracia y, después, el pasado 19 de marzo en el oratorio de San Felipe Neri de Cádiz con motivo de la conmemoración del bicentenario de la Constitución allí aprobada en 1812. “No le estábamos ofreciendo patente de corso, sino reconociéndole sus méritos en estos años de reinado y transmitiéndole apoyo para el necesario cambio de rumbo que debe emprender la institución” manifiestan estas fuentes, ayer “desoladas” ante lo que consideran “una pésima imagen del Rey y de la Corona”.
Porque lo que se estima gravísimo es que Don Juan Carlos haya estado cazando en Botsuana cuando se ha desatado una grave crisis internacional con Argentina a propósito de Repsol-YPF y se ha incrementado la ofensiva de los mercados contra la deuda soberana española (ha escalado por encima de los 430 puntos básicos). El Ibex 35 registraba la pasada su peor semana del año y se situaba en niveles de hace tres. A mayor abundamiento, el Rey debía estar pendiente de la Cumbre de las Américas que se celebra en Bogotá, ya que la representación de España con los países hispanos le es encomendada de manera especial por la Constitución. Y en los países americanos se juega nuestro país una enormidad de intereses económicos, financieros y empresariales.
El apoyo que ha recibido Don Juan Carlos no ha sido sólo el institucional de las Cámaras. También de otras instancias. Las fuentes citadas aluden a “cómo se mojaron algunos medios de comunicación” en la defensa de la Corona y, “especialmente, el diario El País, con bastante coste editorial”. Efectivamente, el diario de Prisa publicó el pasado 4 de marzo un editorial que arrancaba de la primera página titulado El caso Urdangarin y el futuro de la Monarquía. El texto se apoyaba en las palabras del mensaje del Rey del pasado 24 de diciembre (“necesitamos rigor, seriedad y ejemplaridad en todos los sentidos”) y sostenía que “sólo la frivolidad, el populismo y el amarillismo periodístico, o la mezcla de los tres, permiten confundir la crítica que merece el comportamiento no ejemplar de Iñaki Urdagarin con un debate sobre el futuro de la monarquía”, añadiendo que España “no necesita de un debate artificial sobre la Jefatura del Estado (…)” porque “el Rey y la Corona han rendido y seguirán prestando servicios impagables a la libertad de nuestros ciudadanos, a la democracia española, a su construcción y desarrollo y a su prestigio e influencia en la escena internacional”. El periódico de referencia de la izquierda española señalaba, no obstante, la necesidad de superar “corsés y rigideces” en la institución, “cuando no el oscurantismo” que atribuía a “quienes adulan” al Rey. El diario, además, se inclinaba, por mejorar la transparencia de la institución y la protección del heredero, competencias que corresponden a las Cortes.
Todo este amparo institucional y mediático ha quedado en entredicho con los últimos comportamientos del Rey que, según fuentes del entorno de la Zarzuela y de los dos principales partidos, "ha de elegir entre las obligaciones y servidumbre de la Jefatura del Estado y una abdicación que le permita disfrutar de una vida diferente”. No se maneja la hipótesis inmediata de la abdicación de Don Juan Carlos, pero sí la necesidad de aprobar lo antes posible la ley orgánica que prevé en el apartado 5º del artículo 57 de la Constitución: “las abdicaciones y renuncias y cualquier duda de hecho o de derecho que ocurra en el orden de sucesión a la Corona se resolverán mediante una ley orgánica” y de materializar la reforma de ese mismo artículo para suprimir la prevalencia del varón sobre la mujer en la sucesión.
Además, según insisten estas fuentes, “la irresponsabilidad del Rey con este viaje a Botsuana, no es solamente institucional y política, sino también personal, porque es evidente que su estado físico desaconseja esas aventuras cinegéticas”. Efectivamente, el Rey ha sido sometido en pocos años a ocho intervenciones quirúrgicas, siendo las más serias las de extirpación de parte de un pulmón, una artroscopia de rodilla y reparación del talón de Aquiles. Ahora, la fractura de cadera -que a su edad, 74 años, podría presentar complicaciones- requerirá de una muy larga convalecencia que pondrá a prueba las capacidades bien contrastadas del Príncipe de Asturias que ya ha cubierto precedentes ausencias.
A mayor abundamiento, existe cierto “bochorno” por la falta de sensibilidad del Jefe del Estado al desvelarse que caza elefantes, especie en recesión cuyos colmillos son mercancía de valor en las transacciones negras de marfil, en detrimento de países pobrísimos como Botsuana que están siendo esquilmados. Sin olvidar el “alto coste material de estas cacerías que superan los 25.000 euros por escopeta, más desplazamientos, alojamiento y manutención, todo ello incompatible con un mínimo criterio de austeridad”.
En medios gubernamentales se teme que la tendencia de baja valoración de la Monarquía que se empezó a comprobar, primero entre los jóvenes, desde el inicio de este siglo, y luego generalizada, se agudice con acontecimientos como el de Botsuana. En 2006, los consultados por el CIS sobre la Corona (entre 18 y 24 años), la suspendían con un 4,77 y en 2008 con un 4,93. En el último registro demoscópico del CIS sobre la Jefatura del Estado, que data del pasado mes de octubre, registró, en el conjunto, un inédito suspenso: 4,89. “El asunto concierne al Gobierno también” indican fuentes del entorno de La Zarzuela. Efectivamente: el Rey asumió criterios más disciplinados con González y, especialmente, con Aznar, pero no así con Rodríguez Zapatero. “Rajoy a este respecto, está inédito”. Pero parece claro que si España ya tenía un grave problema con su modelo de Estado -el autonómico-, a partir de ayer -81º aniversario de la proclamación de la II República Española el 14 de abril de 1931-, el país tiene un muy serio problema con la forma de Estado, es decir, con la Monarquía parlamentaria porque la Corona ha entrado en barrena con un más que preocupante diagnóstico político y social.

La Monarquía española desciende a los infiernos
Federico Quevedo.-  16/04/2012

“Imagínate, por un momento, que con la que ha estado cayendo durante toda la semana pasada, en el auge de la crisis diplomática abierta con Argentina, los mercados hundiéndose, la prima de riesgo escalando posiciones de máxima alerta y con el país sintiendo de nuevo el aliento de un probable rescate, el viernes por la tarde nos enteramos de que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se ha pasado la semana cazando elefantes en Botsuana: no habría un solo español que no pidiera de inmediato su dimisión, la suya y la de cualquier presidente del Gobierno que hubiese hecho eso mismo en iguales circunstancias, o de cualquier presidente del Gobierno del que descubriéramos que tiene amigos/amigas que hacen negocios en su nombre, o de cualquier presidente del Gobierno cuyo yerno fuera sospechoso de delitos de corrupción… ¿Hasta dónde llega la inmunidad del Rey?”. Lo que no pudimos imaginar entonces es que protegiendo a la Monarquía de enemigos externos, la estábamos empujando a caer en manos de los ‘enemigos internos’, de los vicios que inevitablemente iban a bullir en el seno mismo de la Familia Real. El afán de riqueza, la buena vida, la corrupción… Empezaron a estar al orden del día en la sociedad española y la Monarquía, lejos de servir de faro de moral pública, cayó en ellos con la confianza añadida de sentirse inmune. Durante años los periodistas hemos conocido anécdotas sinfín de las aventuras del Monarca, pero es ahora cuando por fin se hace llegar al gran público que tiene una ‘amiga’ que actúa como intermediaria en sus negocios.
Fuentes del Partido Popular, muy próximas a Rajoy, manifiestan abiertamente la preocupación que en este momento existe en el seno del Gobierno por los recientes acontecimientos que están afectando a la Familia Real. Y es que “con todos los problemas que tenemos encima, lo que nos faltaba es tener que lidiar también con el cuestionamiento social del sistema político que nos dimos con la Constitución del 78, pero que ahora parece condenado a modificarse, lo cual genera unas tensiones especialmente complicadas en un país como el nuestro en el que todavía está demasiado presente el pasado”. Pero lo cierto es que nunca antes la Monarquía había estado tan cuestionada como lo está ahora, y se hace difícil creer que pueda recuperar ni siquiera parte de la popularidad que ha perdido en los últimos tiempos.
Durante la Transición, y los años que la siguieron, la Monarquía española actuó como un nexo de unión en una sociedad que caminaba de la dictadura a la democracia haciendo un esfuerzo muy elevado de convivencia y generosidad con el que dejaba atrás todos los motivos que la habían llevado a enfrentarse hasta sobrepasar al límite de la guerra. Los españoles nos mirábamos en la Monarquía, que ciertamente se convirtió en nuestro mejor embajador ante el mundo, y a pesar del anacronismo que suponía el mantenimiento de una estructura no democrática en un sistema que sí lo era, lo aceptamos porque eran más las virtudes que aportaba que los vicios que pudiera simbolizar. Tan era así que incluso nos conjuramos todos, políticos, instituciones, medios de comunicación, sociedad civil, todos, en salvaguardar su imagen y protegerla de cualquier factor externo que pudiera significar su desgaste, de modo que la Monarquía quedó a salvo de críticas, cotilleos, ‘exclusivas’, etcétera, etcétera. Pero también quedó a salvo de cualquier ejercicio democrático de transparencia.
Lo mismo puede decirse de Iñaki Urdangarín ¿Acaso el duque de Palma no ha actuado con impunidad guiado por estas mismas directrices? Si el entorno del Rey lo hace, ¿por qué yo no…?, se diría. El ‘caso Urdangarín’ es lo que ha puesto en el punto de mira a la Monarquía española, sin duda alguna, pero el cáncer que la está llevando a su propia autodestrucción ya estaba dentro, y en estado muy avanzado de metástasis. La veda se ha levantado, y cada vez serán más las informaciones que aparecerán sobre el comportamiento de la Familia Real que nos llenarán de asombro, estupefacción y, por qué no decirlo, desilusión colectiva.
Lo de menos ya, si quieren, es una cacería mantenida en secreto hasta el accidente… Una más de tantas. ¿Hasta dónde llega el desprecio de la Familia Real por la situación del país? Lo único que hacía sostenible el anacronismo antidemocrático de la Monarquía Parlamentaria era ese referente de ejemplaridad que en sí misma se supone constituía, pero las imágenes de un Rey devorado por sus pasiones, de un yerno juzgado por corrupción y otro investigado por dejar cazar a su hijo sin tener la edad legal para portar armas, de un Príncipe incapaz de dar un puñetazo en la mesa y reclamar un Estatuto de la Casa Real que la someta al control parlamentario y la necesaria trasparencia pública, hacen que hoy ya no tenga razón de ser seguir adelante con esta farsa pseudo democrática.
En pleno siglo XXI no tiene ningún sentido mantener viva la especie política de un Monarca al que no eligen los ciudadanos, sino que está ahí por una cuestión de consanguinidad que tiene su origen en una decisión Divina… Miren, yo soy católico, pero no acepto que el poder político recaiga sobre alguien elegido por Dios, sino solo sobre aquéllos que son elegidos por el pueblo soberano. Y aunque se nos diga que la autoritas del Rey está limitada por la Constitución, lo cierto es que precisamente por estar ajeno al control parlamentario y al poder del pueblo su capacidad de influencia, su poder, es si cabe mucho mayor que el de cualquier responsable político sometido al veredicto de sus ciudadanos. Nuestra Monarquía simboliza hoy nuestro propio declive como pueblo: simboliza el desprecio por quienes están viviendo el drama de la crisis, simboliza infidelidad y deslealtad, simboliza amor propio y despotismo, simboliza la pérdida de rumbo, simboliza impunidad y simboliza decadencia. Es así de duro, y es así de triste, pero nos obliga a pensar que quizás no está lejos el momento de replantearse la estructura política que queremos darle a este Estado de Derecho, y quizá sea bueno que llegado ese momento sea la derecha liberal la que pilote esa nueva Transición.
Un elefante se balanceaba
Por: José María Izquierdo

Un rey cazando elefantes en Botsuana tiene lo suyo. No por Botsuana, pobres, a ver dónde iba a encontrar don Juan Carlos unos proboscídeos de buen ver, que en París o Ginebra andan escasos de ellos, excepto en los zoos, y tampoco es cosa de ponerse a pegar tiros en los parques recreativos. Y además, el Rey se rompe la cadera y hay que traerle en avión privado. La cosa se lía, claro. Por muchos y variados motivos, que todos los han leído ustedes estos días. Pero ahora todavía quedan algunas cosas que, ya puestos, deberíamos intentar que se aclararan. La primera, con quién estaba en Botsuana. Porque si iba invitado, como cuentan, a todos nos gustaría saber quién es así de generoso con Su Majestad. Por curiosidad, no sean mal pensados. Y luego deberían aclarar la Casa Real y La Moncloa si el Gobierno sabía o no dónde estaba el Rey. Por ahora, solo sabemos que desde La Zarzuela afirman que Mariano Rajoy lo sabía, y en La Moncloa tienden más bien a decir que se enteraron a posteriori, cuando ya habían oído crujir los huesos de la cadera en la embajada en Namibia. Pero surfean. Y queda horrible, que ni un Rey ni un presidente del Gobierno deben mentir. Es, si me permiten, una vergüenza más en esta loca cadena de despropósitos.
Para monárquico, monárquico, Alfonso Ussía. Y para pía, pía, Cristina López Schlichting.
En El Mundo titulaban así el domingo: “El batacazo del Rey desvela que llevaba 4 días cazando elefantes”. Y éste era el tono del editorial: “Habría que conocer las circunstancias concretas para matizar más nuestras opiniones, pero, a partir de lo que hemos podido saber, se trata de un viaje irresponsable, realizado en el momento más inoportuno. Y ello porque resulta muy poco ejemplar el espectáculo de un monarca cazando elefantes en África cuando la crisis económica en nuestro país provoca tantos problemas a los españoles, incluidas algunas situaciones familiares dramáticas. Ello transmite una imagen de indiferencia y frivolidad que el Jefe de Estado jamás puede dar”. Decía Victoria Prego que no quería hacer demagogia. Si ella lo dice…: “No puede porque, si eso se sabe, y por un lamentable accidente se ha sabido, la sensación que tiene el pueblo soberano es pésima: la de que El rey se divierte mientras el país pasa angustias y necesidades. No diremos que pasa hambre para no caer en demagogia aunque en demasiados casos el hambre física sea hoy una espantosa realidad para muchas personas en España”. Y es una lástima que Luis María Anson no hablara de la monarquía...
Claro que siempre tenemos a Abc. “El acoso más hipócrita”, era el título del editorial. “Su Majestad el Rey es una figura de dimensión histórica (…) Por ello, es lamentable que unos cuantos pescadores en río revuelto aprovechen el accidente sufrido por Don Juan Carlos en su viaje privado a Botsuana, o el de su nieto Felipe, para cargar contra la Monarquía parlamentaria como ‘forma política del Estado’, ignorando así su papel determinante en el funcionamiento de nuestro sistema democrático. Al parecer, no pasa nada cuando se van de caza ciertos personajes menores próximos a la izquierda, y, sin embargo, la misma actividad es objeto de descalificación absoluta en este caso concreto, como si los eventuales derechos de los animales fueran diferentes según quién sea el cazador”. Pero hombre, si lo más duro ha llegado desde la derecha, por no decir de la extrema derecha. Pero es igual. Jaime González aprovecha las declaraciones del socialista Tomás Gómez –o el Rey cumple con sus obligaciones o abdicación- para sacudir a todo lo que se menea: “Tomás Gómez, sombrero de explorador y pantalones kaki, lidera la rebelión de las moscas cojoneras. Escopeta en mano, quieren cobrarse la pieza más preciada: un pimpampum hipócrita con redoble de tambores. Quieren meter en la olla al jefe de la tribu y dan vueltas alrededor de la perola. No se engañen, señores: la izquierda se ha subido al 4x4 y viaja por los polvorientos caminos de la reserva, trabuco en ristre, rastreando las huellas del macho adulto”. Y sigue.
Juan Manuel de Prada defiende la esencia de la Monarquía, que él trasciende de esas pequeñeces en las que se ocupa la plebe: “Defender la monarquía basándose en un argumento tan endeble como que el rey de turno nos caiga más o menos simpático, o en función de sus prendas personales, o de los logros específicos de su mandato equivale, en el fondo, a fundar nuestra defensa en razones adventicias. ¿Cuántas veces hemos escuchado a sedicentes ‘juancarlistas’ entonar la loa de nuestro monarca porque con él ‘hemos disfrutado del período más próspero de nuestra historia’? Ésta y semejantes paparruchas, sumadas al aplauso cortesano y malévolo a toda muestra de ‘modernización’ de la institución monárquica, no han hecho sino contribuir a su fragilidad”.
Bueno, y también tenemos a La Razón: “No se debe olvidar el papel del Rey en momentos cruciales para la democracia”. Lo que sirve, como ven, lo mismo para un roto que para un descosido. Se lo cuento como previo para señalarles el sentido artículo de Alfonso Ussía en defensa de don Juan Carlos, que ya se imaginan el tono. Solo algún párrafo, que aguantar un disparo ya basta para ser considerado un héroe. Tampoco es necesaria la ráfaga. Y eso que le da en toda la nuca a un señor del que, sinceramente, desconozco su filiación, que tiene un callejero Madrid como para seguirle la pista: “Defiendo al Rey porque creo en su persona y en la Institución. España necesita la figura del árbitro que concilia los enfrentamientos, cada día más ásperos. Defiendo al Rey porque lo admiro y respeto. Ha sido uno de los grandes Reyes de nuestra Historia. Pero se acabó el silencio. El Rey, la Institución y la unidad de España no están seriamente amenazados por los republicanos y los sesgados. Están principalmente amenazados por un amigo del Rey con nombre de calle madrileña que mucho bien nos haría a todos renunciando a su alta amistad. El proveedor de elefantes y otras cosas". Y final para que conste en acta: "Con el Rey y junto al Rey, a muerte”.
La Gaceta también llevaba editorial ayer: “Esta peripecia africana debería constituir el último caso en el que el Rey viaja, o sale de España, sin que se informe detalladamente de las circunstancias y motivos de tal viaje, no sirviendo para absolutamente nada la disculpa de que se trata de viajes privados, porque además no pueden serlo. Ni que decir tiene que, en un momento en el que abundan quienes tratan de asociar la imagen misma de España a una supuesta falta de seriedad, a la dilapidación y el despilfarro, esta escena del Rey dedicado a la caza de proboscidios no se le habría ocurrido ni al más feroz de los agentes de imagen de quienes trabajan contra nuestros intereses”. Hoy cambia la versión, que ya lo verán en las fachadas.
Y, por supuesto, Libertad Digital, donde Federico Jiménez Losantos lleva años haciendo penar al Rey su protesta ante la Conferencia Episcopal cuando el locutor trabajaba para los obispos. Y desde entonces, no ceja en pedir la abdicación. Editorial. “Con una economía desplomada, camino de los seis millones de parados y con casi dos millones de familias que no perciben ningún ingreso fijo, lo aconsejable es que los representantes del Estado utilizaran el dinero público con la mayor prudencia, conducta que la más alta institución debería observar en primer lugar en términos de ejemplaridad. Pero es que en esta concatenación de despropósitos, hasta la fecha elegida para esta aventura africana, el aniversario de la proclamación de la II República, no ha podido ser más desafortunada. Siempre hemos sostenido que la existencia de la monarquía, lejos de sentimentalismos particulares, se justifica por su utilidad para la nación española, su unidad y la libertad de todos sus ciudadanos. El príncipe Felipe, cuya conducta a todos los efectos ha resultado siempre intachable, lo sabe muy bien”. ¿Observan la diferencia de trato entre Rey y Príncipe?

LAS FACHADAS
Abc lleva a los Príncipes en la foto, como ven, y asegura que el Rey retomará su agenda en cinco días. O sea, que en menos de una semana va a coger la agenda con la mano derecha y se la va a pasar a la izquierda; y viceversa. Porque ya me contarán ustedes qué más va a poder hacer… Dice también que “El gasto fijo del Estado supera ya los 200.000 millones anuales”, que se supone que es mucho. En realidad la cosa solo viene a cuento para en el editorial poder decir que a ver si seguimos metiendo mano a todo lo público, que es demasiado gasto. Y a continuación destaca que “España es el tercer país de la OTAN que menos invierte en Defensa”. Parece lógico, ¿no? La Razón titula “El Príncipe, al frente”. Y esta bobería de subtítulo: “El Gobierno subraya que la convalecencia del Rey servirá para volver a comprobar la gran capacidad de Don Felipe”. En realidad, al Príncipe le bastaría con que no se fuera a cazar cocodrilos a nado a Australia. Y ya quedará comprobada así su gran capacidad. El Mundo titula con una entrevista al ministro Luis de Guindos. La Gaceta, de adivinanzas, porque dice que al Rey le aconsejaron que no fuera a la cacería, pero se calla de dónde vino el consejo. ¿Quizá del Gobierno? ¿Lo sabían, entonces, en La Moncloa? En fin…

NON PLUS ULTRA
¿Creen que Isabel San Sebastián no ha pensado en cómo solucionar todos los males de España? Años lleva en ello, devanándose la sesera en encontrar las soluciones a esta España, ay, que tanto nos duele. Y ya sabe cómo hacerlo: “Son necesarios programas escolares que inculquen en los adolescentes la vocación empresarial vista como una aventura apasionante capaz de aunar satisfacción y beneficio, no sólo sin perjudicar a nadie, sino creando riqueza y compartiéndola. Las televisiones públicas deben utilizarse para lanzar ese mismo mensaje a través de las series de ficción o de los concursos, porque ese es el patriotismo válido en el siglo XXI”. Pues nada: a ello.
Hay gentes valientes. Como Antonio Burgos. No le cuesta nada, absolutamente nada, presumir de una incultura tan enciclopédica. No sabe de nada. Selecciono: “Yo nunca he sentido curiosidad alguna por las llamadas redes sociales. Yo nunca he sabido qué diferencia hay entre la sostenibilidad de la movilidad y la movilidad de la sostenibilidad. Yo nunca he llegado a discernir entre déficit y deuda. Yo nunca he aprendido a distinguir entre el paro registrado y la EPA (…) Yo nunca he sentido el menor deseo de reservar mesa en El Bulli. Yo nunca le he dicho Euskadi a las Vascongadas. Yo nunca he confundido meteorología con climatología. (…) Yo nunca le he dicho Donosti a San Sebastián. Yo nunca he dicho A Coruña, ni cuando le he pedido a un taxista que me lleve a La Coruña (…) Yo nunca he dicho ‘energías renovables’. Yo nunca le he llamado ‘matrimonio’ a la unión civil de dos señores o señoras del mismo sexo”. La ignorancia, ya lo saben, es osada.
Y Carlos Dávila, en La Gaceta, no se ha olvidado de las autonomías: “El [artículo de la Constitución] 155 es tajante porque se pone el caso de que una comunidad se niegue a cumplir las propias obligaciones de la Constitución, y advierte de que en ese caso, con la aprobación mayoritaria del Senado, ‘se podrán adoptar las medidas necesarias para obligar a aquella [la Comunidad] al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones’. Verde y con asas. Y para que se entienda del todo: si Cataluña, de la mano del separatista Mas y con el apoyo de la sediciosa Esquerra, de los tonticios del PSC y hasta de la españolísima Vanguardia, se decide a convocar un referéndum de independencia, el Gobierno no es que debería –repito–, es que tendría que ‘adoptar las medidas necesarias’ para impedirlo. ¿Y cuáles son estas? Pues el que quiera asustarse, asombrarse o tirarse de los pelos, si los tiene, que lo haga, pero significa enviar a los agentes del orden, de todo orden, para que actúen evitando que la consulta se celebre. Ni más ni menos. Lo proclama la Constitución. El caso es por supuesto asimilable al vasco, donde –como se sabe– los proetarras de Bildu y los nacionalistas del PNV están dispuestos a declarar unilateralmente la independencia. Así son las cosas”. Fácil: se toman por la fuerza Cataluña y Euskadi -y ojo con Andalucía- y ya. No sé qué dificultad le ven…
La Razón dio ayer esta fachada que les enlazo, que es para quitarse un susto.
La Gaceta resumía así el sábado la Ley contra el fraude que aprobó el Consejo de Ministros: “El Gobierno mirará con lupa las facturas de albañiles, pintores o carpinteros”. Eso. Que las de los multimillonarios las verá por encima. ¡Qué bien!

EL AFAMADO MUSEO EL OJO IZQUIERDO
(Documentos y testimonios de la vida en las cavernas)
Que hoy, aviso, es casi literal en los tiempos. De hace varios siglos. Muchos.
“Como en Pascua estuve fuera, no les pude contar que aproveché las vacaciones para hacerme la pedicura, y no quería quedarme con las ganas. Les explico. Los oficios del jueves los hice con mi amigo el padre Antonio, que tiene la parroquia de Campohermoso a rebosar de jóvenes, canta como los ángeles y, lo que es más grave, cree profundamente. Nos convenció a mi hijo Felipe y a mí de que hiciésemos el vía crucis del viernes en la cárcel del Acebuche, con los presos que atiende como hijos (…) Después de trotar con Antonio por toda Almería y ver su trabajo y el de Sor Mercedes y Sor Irene y sentirme un gusano en la tierra –que es lo que soy– tuve que soportar que ese curita se arrodillase a mis pies, me los lavase cuidadosamente en una bacinilla y, finalmente, me los besase con cariño. Dice la Escritura que cuando Cristo hizo lo mismo con San Pedro, éste se rebeló exclamando: ‘¿Tú, lavarme a mí los pies?’. A mí me dio ganas de hacer lo mismo, pero sabiendo que el Señor acabó practicando el lavatorio con Pedro, me quedé quieta como un gorrión aterido de asombro y se me llenaron los ojos de lágrimas. Qué conmoción, Dios. Qué dulzura. Allí, con el cura en el suelo, comprendí una vez más la asombrosa naturaleza de la Iglesia”.
Cristina L. Schlichting, La Razón, 15 de abril de 2012. Repito el año: 2012; incluso el siglo: XXI.
Urkullu considera 'absolutamente criticable' la imagen que da el Rey
El presidente del PNV dice que la monarquía es una institución 'anacrónica'. Ha abogado por 'otro modelo' para la jefatura del Estado.
Efe. Bilbao

El presidente del PNV, Iñigo Urkullu, ha afirmado que le parece "absolutamente criticable" la imagen que da el rey Juan Carlos tras saberse que se rompió la cadera cuando estaba de caza en Botsuana, en un momento en el que se está pidiendo responsabilidad a todos para hacer frente a la crisis económica.
En una entrevista en ETB, Urkullu ha asegurado que le produce "estupor" y considera una "frivolidad absoluta" que el representante de una monarquía parlamentaria "parezca que no se somete al control de las Cortes".
El presidente del PNV ha recalcado que la monarquía es una institución "anacrónica" y ha abogado por "otro modelo" para la jefatura del Estado.
WWF trasladará a la Casa del Rey las quejas por la cacería de elefantes
El Monarca es presidente de honor de la ONG ecologista en España desde que era príncipe.
Rafael Méndez Madrid 15 ABR 2012 - 19:20 CET
 
WWF España, una de las tres principales ONG ecologistas del país, tiene previsto trasladar mañana a la Casa del Rey el malestar que está recibiendo de muchos de sus socios y simpatizantes por la imagen del Rey como cazador de elefantes. La organización tiene, entre otras cosas, programas de conservación de elefantes en África, y está recibiendo críticas por mantener al Rey como presidente de honor. Don Juan Carlos ocupa el cargo honorífico desde que era príncipe y apenas ha tenido participación.
WWF España, que cuenta con unos 33.000 socios, se enfrenta a un problema de imagen. No se trata de si el safari de elefantes en el que participaba el Monarca en Botsuana era legal o no, sino de que muchos simpatizantes no entienden que un gran cazador presida la ONG, algo que ocurre desde los inicios, con Félix Rodríguez de la Fuente. La web de la ONG afirma que "bajo la presidencia de honor del rey Juan Carlos, realiza una amplia y eficaz labor en favor de la conservación de la naturaleza".
El día que salió la noticia, WWF prefirió no opinar, pero en Internet y en twitter han crecido las quejas. A las cinco de la tarde del domingo, 15.000 personas habían firmado en Internet para pedir que dejara la presidencia. "El lunes vamos a trasladar a la Casa del Rey los mensajes que estamos recibiendo", explica Juan Carlos del Olmo, secretario general de la organización.
La organización asegura que "WWF reitera su compromiso con la conservación de los elefantes, tal como venimos haciendo desde hace 50 años, luchando contra la caza furtiva, el tráfico ilegal de marfil o la destrucción de hábitats, no sólo en países como Botsuana donde la población de elefantes alcanza ya más de 130.000 ejemplares y su caza está regulada, sino en otros países de África y de Asia en los que sus poblaciones están amenazadas".
En Botsuana, donde el rey se rompió la cadera, la población de elefantes está creciendo. La principal amenaza es la caza furtiva para conseguir el marfil de los colmillos, muy apreciado en la medicina tradicional china. WWF, por ejemplo, colaboró en la denuncia de la reciente masacre de elefantes en Camerún.

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