martes, 17 de abril de 2012

PARA TODOS LOS GUSTOS

La sinvergüenzada salvaje del Rey, yendo a cazar de tapadillo elefantes y caerse, ha dado que hablar desde todos los flancos de esta España que ha de helarnos el corazón según diría Antonio Machado. Desde un lado u otro arrecian las críticas y los comentarios serviles sobre los actos del susodicho. La derecha dice que la izquierda aprovecha para atacar a la Corona, nada dicen del acto en sí, del biocidio, del elefante muerto de manera gratuita (no esperábamos menos tratándose de amantes de la tauromaquia) o de la torpeza de pedir sacrificios y austeridad y depués irse a todo lujo a cazar al quinto pino. Hace un rato escuchaba a Ruiz Gallardón, antiguo lobo con piel de cordero, o sea un facha refacha que iba de moderno, arengando sobre las bondades del Rey, su lealtad y toda la babosería servil a la que estamos acostumbrados: la figura que representa, el pasado glorioso, el camino a la democracia, la actuación en el 23-F, etc.; siempre el pasado, nunca el presente. No olvidemos, lo digo para aquellos a los que le resulta imposible plantearse que este individuo pueda ser un chorizo como un español más (bien les gusta a los periodistas este comentario cuando pasea por Palma), que la situación actual que lo ha puesto en el ojo de mira la ha provocado ÉL, únicamente él. Las movidas de Urdangarín y su exilio washingtoniano, el disparo del nietísimo, las cacerías anteriores de osos borrachos o sus correrías con princesas o actrices, ya vox populi, no son un invento de los republicanos, de los anarquistas, de los rojos masones, del lobby gay o de s.p.m.; no, son únicamente movidas de esta familia que vive de nuestro dinero y que, mientras estén ahí, deben ser como la mujer del César o más, nunca menos. El Rey no da la altura, ni muchísimo menos.
Cosas como ésta es la que nos diferencia de países con una democracia mucho más avanzada como Islandia, Estados Unidos o incluso Israel, donde se puede juzgar a un Presidente o a un Primer Ministro yporque el delincuente lo es venga de donde venga. Por ejemplo, cuando no se ha enfriado la regia, que no salvaje, cacería, el ex socio de Urdangarín aporta pruebas en forma de faxes que implican en los chanchollos del yernísimo (con cara de no haber roto un plato nunca) a la Infanta Cristina y al propio Rey. Rápidamente el PP ha salido en defensa del monarca, presumiblemente por aqueñño de "pongo la mano el el fuego por...". Qué tiempos tan buenos si todos pagasen por sus actos, tengan la sangre azul o roja. Y como guinda del pastel recordar que este mismo PP el que ha recortado únicamente un 2% al prosupuesto de la casa real (ya pueden respirar modistas y cotos de caza) y un 0%, o sea nadita, a la Iglesia católica ¡dios la guarde!


UN REY MATAELEFANTES V
Brigitte Bardot: "Matar elefantes es indigno de alguien de su rango"
Arrecian las críticas al Rey por cazar elefantes en África.
EL MUNDO.es / Agencias. Madrid

Las protestas contra el Rey por dedicarse a cazar elefantes en África en su tiempo libre han saltado las fronteras españolas. Una de las primeras en arremeter contra Juan Carlos I ha sido la actriz francesa Brigitte Bardot, que desde hace décadas es una conocida defensora de los derechos de los animales y qeu dirige una fundación desde los años 70 destinada a ese fin.
"Es indecente, repugnante e indigno de alguien de su rango. No es mejor que los cazadores furtivos que atacan y saquean la naturaleza, que son la vergüenza de España", ha asegurado la intérprete francesa en una carta abierta.
Otras voces críticas contra el Rey son las del Partido Animalista (PACMA). "Rechazamos frontalmente que los miembros de la Casa Real practiquen la caza, una actividad violenta, en la que cada año mueren millones de animales y decenas de personas de forma accidental" . La portavoz de Pacma, Laura Duarte, añade: "Es vergonzoso que se financien con el dinero de todos aficiones relacionadas con el maltrato animal como la tauromaquia y la caza, prácticas a las que se debería poner fin".
Según el Partido Animalista, es "inaceptable" que Don Juan Carlos se desplace hasta África para cazar elefantes, "mientras desde el Gobierno se pide austeridad y se aprueban recortes que harán el día a día cada vez más complicado a los ciudadanos españoles". Pacma recuerda que el coste por abatir un animal como ha hecho el Rey es de entre 7.000 y 20.000 euros.
"Parece vergonzoso que mientras el presupusto asignado a la Casa Real sólo ha sufrido un recorte de un 2%, el Rey derroche dinero de todos en una práctica carente de ética hacia los animales", añaden en Pacma.
Por su parte, la Asociación Nacional para la Defensa de los Animales (ANDA) considera que España debe dar ejemplo dejando de matar elefantes y expresando su apoyo al fin del comercio de marfil ante la Unión Europea, según indica en un comunicado de prensa.
Tras la drástica caída del número de elefantes en África en los años 90 del pasado siglo, que los colocaron al borde de la extinción, la comunidad internacional tomó medidas contundentes, invirtiendo millones de euros, prohibiendo el comercio de marfil e iniciando políticas conservacionistas, explica ANDA. El resultado, añade, fue que la población de elefantes se recuperó en algunos países, pero a otros se les permitió de nuevo vender marfil, una decisión apoyada por España, que votó a favor de la misma, y que reavivó las cacerías de estos animales, informa Servimedia
"Los datos del año 2011 señalan, de nuevo, un descenso en el número de elefantes y amenaza con volver a la situación de los años 90 si no tomamos medidas rápidas. Todavía estamos a tiempo de corregir esta tendencia, pero para ello jefes de Estado de países como España deben dar ejemplo y dejar de matar elefantes", señala la asociación. Por tanto, entiende que España debe apoyar en los foros europeos e internacionales una prohibición clara y tajante del comercio de marfil. "Nuestra imagen saldría muy beneficiada y los elefantes nos lo agradecerían enormemente", subraya.
Grupos de defensores de los animales han convocado una manifestación de protesta ante la clínica madrileña donde está hospitalizado el Rey para la mañana del martes 17.
WWF lamenta “el perjuicio para su credibilidad” que le causa el Rey
Don Juan Carlos es presidente de honor de la ONG ecologista desde 1968. La organización abre la puerta a la salida del monarca ante las críticas de sus socios. Pide una "reunión urgente" con la Casa del Rey para analizar el "desafortunado acontecimiento".
Rafael Méndez Madrid 16 ABR 2012 - 19:58 CET
 
WWF España, una de las principales ONG ecologistas del país, ha lamentado “el grave perjuicio para la credibilidad de WWF y de la intensa labor que ha desarrollado durante más de cincuenta años para la protección de los elefantes y de otras especies” la cacería del Rey, que ocupa la presidencia de honor de la ONG desde 1968. La organización se refiere a lo ocurrido como “desafortunado acontecimiento” y en una carta enviada a la Casa del Rey pide una reunión para hacerle llegar “el malestar y preocupación” por las críticas que está recibiendo. Aunque oficialmente la ONG no lo afirma así, la nota implica que le abre la puerta de salida al Rey.
WWF recoge que está recibiendo la petición “de un importante sector de la opinión pública que se opone a la caza de elefantes y que pide que S.M. deje la Presidencia de Honor de WWF España” y señala que “numerosos socios están solicitando su baja en WWF España”.
La carta, firmada por el secretario general de WWF España, Juan Carlos del Olmo, explica que la cacería “ha provocado un enorme rechazo entre nuestros socios y en la opinión pública en general contraria a la caza de elefantes, aun cuando ésta se realice de forma legal y regulada”.
La cacería no es un problema de conservación sino de imagen. La caza de elefantes está regulada en Botsuana, Namibia, Sudáfrica y Zimbabue, en los que se permite una caza con cupos y cierto comercio de sus productos. La población en África ha aumentado y, según WWF, hay “entre 470.000 y 690.000 individuos”. La principal amenaza es la caza ilegal para comerciar con el marfil de los colmillos.
Del Olmo pide a la Casa del Rey una reunión de forma “muy urgente” para “darle traslado de las firmas recibidas, analizar la situación y ofrecer una respuesta a las miles de personas que se están dirigiendo a WWF dentro y fuera de nuestro país”. Y concluye: “Este desafortunado acontecimiento es mundialmente conocido en estos momentos y estamos recibiendo incontables muestras de enérgica protesta, lo cual implica un grave perjuicio para la credibilidad de WWF y de la intensa labor que ha desarrollado durante más de cincuenta años para la protección de los elefantes y de otras especies”.
El Rey apenas ha tenido actividad en WWF España (antes Adena) y está desde la fundación de la ONG a la que llegó de la mano de Félix Rodríguez de la Fuente. WWF tiene unos 33.000 socios en España.
Gajes de la caza mayor
ÁNXEL VENCE

Insolidarios con las desdichas de la realeza, algunos o tal vez muchos españoles reprueban estos días la conducta del Rey, que se dedicó al tiroteo de elefantes en Botsuana mientras los inversores disparaban aquí contra España, pieza de caza mayor en la selva de los mercados. Y qué culpa tendrá él.
Años atrás, una cacería con participación del Monarca hubiera sido pretexto para un reportaje a todo color en el «¡Hola!» y poco más; pero se conoce que la crisis ha puesto las sensibilidades a flor de piel. Tanto es así que ahora se amonesta a las familias reales por llevar esa vida de glamour y lujo que hasta no hace mucho despertaba la admiración de sus súbditos y súbditas en las peluquerías.
La fascinación que los Reyes ejercen sobre el pueblo deriva precisamente de lo irreal que es su vida. Las gentes del común que sufren apuros para llegar a fin de mes suelen -o solían- encontrar un extraño alivio a sus pesares en las historias de cuento de hadas que ya sólo ofrece una institución como la Monarquía. Los palacios, las vacaciones en la nieve, los paseos en yate y las cacerías en exóticos destinos pertenecen a un mundo de fantasía que, como cualquier otra ficción, sirve al público para evadirse de los groseros problemas del día a día. Hasta que esos problemas crecen.
Cuando la crisis aprieta el bolsillo, tal que ocurre ahora, no es infrecuente que el pueblo se vuelva de ánimo mudable y empiece a ver con enfado lo que antes le servía de distracción o, a lo sumo, para esbozar una sonrisa indulgente. Así se explican los reproches y hasta las burlas impiadosas que está suscitando la cacería, cuyo secreto sacó a la luz el accidente sufrido por el Rey.
Percances como el que acaba de padecer el Jefe de Estado son, en realidad, gajes propios de quienes pueden vivir -e incluso accidentarse- por encima de las posibilidades de los demás. Ningún riesgo corre un ciudadano sujeto a nómina e hipoteca de sufrir un contratiempo parecido; y, en cambio, es inacabable la lista de los poderosos que se han descalabrado en las pistas de esquí, al caerse del caballo o al entrar en barrena el avión de uso particular en el que viajaban. Son avatares propios de la buena vida, que algún inconveniente habría de tener.
A los ciudadanos corrientes golpeados por la crisis les queda a cambio el consuelo de saber que difícilmente correrán peligros de ese tipo, sólo al alcance de aquellas felices -y arriesgadas- personalidades que se pasan media vida en el avión y frecuentan la compañía de elefantes, osos y caballos alazanes desbocados.
Podría objetarse, si acaso, algún escrúpulo de orden estético a la actitud de un rey que se va a buscar elefantes para su escopeta en tierras de África en el fragor de una cacería financiera que tiene en su punto de mira al país donde ejerce como Jefe de Estado. Mayormente, cuando se sospecha que al menos una parte de ese costoso desahogo real habrá de sufragarlo el contribuyente, a quien acaban de subirle los impuestos.
Frente a ese alud de críticas, los defensores de la institución siempre podrán alegar que la caza mayor de los inversores contra España seguiría igual si el Rey estuviese aquí y no en Botsuana o cualquier otro remoto lugar. Ni siquiera los más encendidos republicanos ningunearían de ese modo al Monarca.

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