lunes, 17 de octubre de 2011

CAVERNA

Las mil frases más feroces de la derecha de la caverna
Mira que te lo tengo dicho. Juan Cruzhttp://blogs.elpais.com/juan_cruz/

A lo largo de los últimos años José María Izquierdo ha ido cumpliendo una tarea, la de recopilar las perlas oscuras de la prensa cavernaria que se concentra en Madrid. Hasta ahora las ha publicado en su blog, El ojo izquierdo, que aparece en elpais.com y del que ofrece cada día un resumen de un minuto en la radio. Vistos así, uno a uno, esos blogs asustan pero no ahogan. Vistos ahora, en bandada, como sugiere Iñaki Gabilondo, sí que producen una psicosis como la que retrató Hitchcock en su incomparable película Los pájaros. Iñaki Gabilondo hace esa comparación (los pájaros, uno a uno, no meten miedo, pero juntos son una plaga) en el prólogo que ha escrito para el libro en el que Izquierdo acaba de recopilar ese insulto colectivo que supone la machacona insistencia de la caverna de convertir el periodismo en un basurero de insultos que interrumpen el diálogo normal del periodismo con la realidad. El libro es eso, una colección que recuerda la oscuridad de los pájaros de Hitchcock, pero sobre todo es una advertencia al periodismo, oficio amenazado por muchas crisis (de identidad, industriales, económicas, etcétera) pero sobre todo por la crisis que le supone la sujeción al insulto como método de trabajo. El libro se titula Las mil frases más feroces de la derecha de la caverna y del principio al fin te pone los pelos de punta porque lo que se dice en esa prensa cavernaria no se dice en pasquines clandestinos de la extrema derecha sino en diarios que se editan a la luz del día, forman parte del quiosco nacional y son leídos por lectores que terminan creyendo que la vida es como ese espejo de verdades absolutas. Izquierdo dedica el libro "a los miles de periodistas que ejercen su profesión con rigor y honestidad". No es una dedicatoria, es una declaración de principios que debe aliviarle del contacto cotidiano con ese material que oscurece el oficio como aquellas pájaros de Hitchcock oscurecían el cielo del pueblo asustado en el que ocurría el suspense.

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