sábado, 7 de mayo de 2011

SEVERIANO BALLESTEROS, R.I.P.

"Simplemente, soy el mejor deportista de Pedreña", dijo Ballesteros, que nunca perdió el gusto por la provocación inteligente, en una de sus últimas intervenciones públicas. Reclamaba legítimamente un puesto entre los más grandes, un lugar permanente de admiración como el que había conseguido en Reino Unido, donde se le consideraba uno de los mejores deportistas de la historia, si no el más genial; un Picasso capaz de revolucionar y, desde su arte único, descubrir una nueva forma de jugar al golf, una manera que, evidentemente, solo él, sus manos grandes como las de su padre, manos de remero de trainera, de campesino capaz de coger puñados de patatas entre ellas, era capaz de interpretar. "Me he sentido muy querido, superprotegido, por el público británico. Muchas gracias, pero ahora he comprendido que tengo otras prioridades: mis amigos, mis tres hijos, mi vida privada, mis negocios [su empresa Amen Corner, como los tres hoyos más famosos de Augusta, dedicada a la organización de torneos y la construcción de campos]. Quiero disfrutar de la infancia y la juventud que no he tenido", dijo, su penúltimo discurso nostálgico, articulado, el día que se retiró en el campo de Carnoustie en Escocia, la víspera del Open de 2007, en el que dijo adiós al golf profesional. El mismo escenario en el que jugó un chaval de 18 años, salvaje, su primer British.

Extraído de: http://www.elpais.com/articulo/deportes/estrella/brillante/apaga/elpepudep/20110507elpepudep_7/Tes

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