Por: Delia Rodríguez
Hace poco una amiga subió a Facebook un video de su hija nacida hace unos meses. El bebé miraba su mano con seriedad, la movía y después volvía a mirarla. El vídeo parecía capturar justo ese momento en el que un ser humano se da cuenta de que sus extremidades son suyas y de que puede moverlas cuando quiere. No era la única fascinada con su superpoder: a la vez, la madre se estaba percatando de lo que hacía su hija, lo grababa y lo subía a internet para que otros mirásemos el momento mágico.
Algo parecido es lo que ha ocurrido hoy en España, cuando decenas de miles de personas han salido a la calle a la vez en manifestaciones simultáneas transcurridas en unas 50 localidades. Sin ser convocadas por partidos políticos ni sindicatos. Organizadas a través de internet y las redes sociales. De repente, después de tanta tanta cháchara sobre ciberrevoluciones, va internet y funciona. Después de tanta discusión sobre la pasividad de los jóvenes, van y salen a la calle. Y claro, la cosa ha pillado mirando a otro lado -en concreto a la bragueta de Strauss-Kahn- a algunos medios, fuertemente criticados como parte del poder contra el que se dirigen las protestas. Pero también ha pillado un poco despistados a los cabreados (el periódico donde publico este blog prefiere llamarlos indignados, pero a mi me gusta más el término castizo). Como el bebé de mi amiga, han flipado al descubrir que para moverse, sólo hace falta hacerlo.
El hashtag #15mani ha sido el principal Trending Topic de la tarde en España e incluso ha llegado a la tercera posición de los trendings globales, algo cada vez más difícil. Sabiamente, la organización de Democracia Real Ya ha ido mutando las palabras clave para que el algoritmo de Twitter -que ama la novedad sobre la popularidad sostenida en el tiempo- no penalizara un movimiento que llevaban semanas preparando. El otro lugar donde ir siguiendo al segundo las manifestaciones, disturbios incluidos, ha sido la etiqueta #15m.
Los manifestantes han ido narrando y subiendo fotos en abundancia a Twitter, Facebook o los foros desde todas las ciudades, improvisando una cobertura ciudadana impresionante. Basta ver las fotos reunidas en Topsy aquí y aquí o galerías de tuiteros como esta o esta. Con naturalidad en el manejo de la técnica, porque ¿cuántos veinte o treintañeros no tienen Facebook? Pero con sorpresa en el análisis del contenido, escandalizados por estar en el lugar de los hechos antes que la prensa, informando al minuto de asistencia, lemas e incidentes. Deberíamos irnos acostumbrando. Cuando algo ocurre por sorpresa, sea en Japón o en el centro de Madrid, siempre habrá un testigo que lo tuitee mucho antes de que salga en televisión. O cientos de testigos. Y muchas más personas siguiéndolo puenteando los medios tradicionales. Otra cosa fascinante que creo que ha ocurrido es que ha funcionado la organización desorganizada en forma de red, sin un centro claro y acelerada por las redes sociales, eso que Manuel Castells llama wikirevoluciones. La convocatoria surgió desde grupos universitarios nacidos en Madrid como Juventud Sin Futuro, que ya reunió el 7 de abril a dos o tres mil personas. Después Democracia Real Ya ha funcionado como una plataforma a la que se han arrimado organizaciones de todo tipo, desde los 'virtuales' #nolesvotes hasta Anonymous o clásicos como ATTAC. De momento parece que ninguna ha corrompido la unión temporal. Habrá que vigilar qué ocurre más adelante, porque aparte de la sensación de querer ejercer la democracia votando y no tener a quién hacerlo, nada poseen en común. Además se han unido miles de personas ajenas a cualquiera de esas etiquetas. Más de 42.000 llegaron a confirmar su asistencia al evento de Facebook, un lugar donde Democracia Real Ya posee 29.000 fans.
Dice Juan Varela en su blog: "recuerda a aquella tarde del 13 de marzo de 2004, cuando los SMS y los blogs señalaron la irrupción de la política 2.0 en la democracia española. Aquella tarde cuando una insatisfacción y una ira tan grande como la de hoy dieron un vuelco a las expectativas electorales tras la tragedia del 11-M". La tarde del Pásalo pasaría a ser un caso de libro de movilización social a través de las redes. También hubo sorpresa ante el propio poder autoorganizativo de la sociedad y unas elecciones, en aquel caso, al día siguiente. Esta vez tendremos que esperar una semana para saber bien qué ha pasado.
Algo parecido es lo que ha ocurrido hoy en España, cuando decenas de miles de personas han salido a la calle a la vez en manifestaciones simultáneas transcurridas en unas 50 localidades. Sin ser convocadas por partidos políticos ni sindicatos. Organizadas a través de internet y las redes sociales. De repente, después de tanta tanta cháchara sobre ciberrevoluciones, va internet y funciona. Después de tanta discusión sobre la pasividad de los jóvenes, van y salen a la calle. Y claro, la cosa ha pillado mirando a otro lado -en concreto a la bragueta de Strauss-Kahn- a algunos medios, fuertemente criticados como parte del poder contra el que se dirigen las protestas. Pero también ha pillado un poco despistados a los cabreados (el periódico donde publico este blog prefiere llamarlos indignados, pero a mi me gusta más el término castizo). Como el bebé de mi amiga, han flipado al descubrir que para moverse, sólo hace falta hacerlo.
El hashtag #15mani ha sido el principal Trending Topic de la tarde en España e incluso ha llegado a la tercera posición de los trendings globales, algo cada vez más difícil. Sabiamente, la organización de Democracia Real Ya ha ido mutando las palabras clave para que el algoritmo de Twitter -que ama la novedad sobre la popularidad sostenida en el tiempo- no penalizara un movimiento que llevaban semanas preparando. El otro lugar donde ir siguiendo al segundo las manifestaciones, disturbios incluidos, ha sido la etiqueta #15m.
Los manifestantes han ido narrando y subiendo fotos en abundancia a Twitter, Facebook o los foros desde todas las ciudades, improvisando una cobertura ciudadana impresionante. Basta ver las fotos reunidas en Topsy aquí y aquí o galerías de tuiteros como esta o esta. Con naturalidad en el manejo de la técnica, porque ¿cuántos veinte o treintañeros no tienen Facebook? Pero con sorpresa en el análisis del contenido, escandalizados por estar en el lugar de los hechos antes que la prensa, informando al minuto de asistencia, lemas e incidentes. Deberíamos irnos acostumbrando. Cuando algo ocurre por sorpresa, sea en Japón o en el centro de Madrid, siempre habrá un testigo que lo tuitee mucho antes de que salga en televisión. O cientos de testigos. Y muchas más personas siguiéndolo puenteando los medios tradicionales. Otra cosa fascinante que creo que ha ocurrido es que ha funcionado la organización desorganizada en forma de red, sin un centro claro y acelerada por las redes sociales, eso que Manuel Castells llama wikirevoluciones. La convocatoria surgió desde grupos universitarios nacidos en Madrid como Juventud Sin Futuro, que ya reunió el 7 de abril a dos o tres mil personas. Después Democracia Real Ya ha funcionado como una plataforma a la que se han arrimado organizaciones de todo tipo, desde los 'virtuales' #nolesvotes hasta Anonymous o clásicos como ATTAC. De momento parece que ninguna ha corrompido la unión temporal. Habrá que vigilar qué ocurre más adelante, porque aparte de la sensación de querer ejercer la democracia votando y no tener a quién hacerlo, nada poseen en común. Además se han unido miles de personas ajenas a cualquiera de esas etiquetas. Más de 42.000 llegaron a confirmar su asistencia al evento de Facebook, un lugar donde Democracia Real Ya posee 29.000 fans.
Dice Juan Varela en su blog: "recuerda a aquella tarde del 13 de marzo de 2004, cuando los SMS y los blogs señalaron la irrupción de la política 2.0 en la democracia española. Aquella tarde cuando una insatisfacción y una ira tan grande como la de hoy dieron un vuelco a las expectativas electorales tras la tragedia del 11-M". La tarde del Pásalo pasaría a ser un caso de libro de movilización social a través de las redes. También hubo sorpresa ante el propio poder autoorganizativo de la sociedad y unas elecciones, en aquel caso, al día siguiente. Esta vez tendremos que esperar una semana para saber bien qué ha pasado.
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