Día: Sábado por la noche.
Lugar: Casa de Pablo.
Motivo: Vernissage Club de cine.
Película: "Mon oncle" (Mi tío), 1958. Jacques Tati.
Inauguramos anoche el Club de Cine con la película Mi tío, de Tati. No me había preparado muy bien que digamos la presentación -porque lo correcto sería presentar la película como dios manda-, pero aún así pude decir de memoria unas palabras a modo de introducción al film: unos datos sobre la fecha, el director, la música y el tema.
***
El Sr. Hulot (Jacques Tati) es un personaje amable y extravagante que vive en un barrio humilde. De vez en cuando va a visitar a su hermana que vive en una mansión ultramoderna. Su sobrino Gerald (Alain Bécourt) adora a su tío, pero su padre no ve con buenos ojos la estrecha relación que tiene con su extravagante cuñado.
Después de la excelente bienvenida que recibió la fabulosa "Las vacaciones de M. Hulot" e implícitamente su memorable antihéroe protagonista, este monstruo de la comedia que fue Jacques Tati decidió proseguir la aventura cinematográfica cinco años más tarde. En "Mi tío" la extravagante figura de Monsieur Hulot, su alter ego delante de las cámaras, regresaba a la vida y acabó por consolidarse como un personaje fijo en su filmografía, además de muy querido por el público. La cinta, escrita, dirigida e interpretada por Tati, como ya era habitual, fue merecedora del Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes de 1958 y del Oscar® a la Mejor Película Extranjera en 1959, amén de un aluvión considerable de galardones internacionales en toda Europa y América. En esta ocasión conocemos a la remilgada parentela de Monsieur Hulot, los Arpel, a quienes visita con frecuencia en su ultramoderno chalet provisto de los más avanzados electrodomésticos (sólo la cocina, inmaculadamente blanca, ya es una compleja sala de máquinas donde sentirse perdido) y decorado con un estilo tan vanguardista como poco acogedor y funcional. Su oronda y avasalladora hermana –siempre pasando un trapo para eliminar la suciedad inexistente y presumiendo de su vivienda “inteligente” ante los conocidos–, su cuñado –empresario del plástico, aburrido y papanatas, que cede a los caprichos de su esposa– y su sobreprotegido sobrino, Gérard –con quien Hulot comparte una entrañable amistad teñida de complicidad, pese a que el padre del niño no lo vea con buenos ojos– forman la típica familia burguesa que cae en los más ridículos comportamientos movidos por la apariencia, ese “querer ser” de cara a la galería y la posesión material como reafirmación de su estatus. Como en "Las vacaciones de M. Hulot", este solterón larguirucho será de nuevo el elemento que desentone en un ambiente no concebido para él. Su acostumbrada torpeza, junto a sus descuidos, generarán una serie de situaciones calamitosas cuando el Sr. Arpel le ofrezca un empleo en su fábrica y la Sra. Arpel se empeñe en emparejarlo con su sofisticada y boba vecina. Al intentar remediar el entuerto, la buena voluntad de Hulot provocará otras desgracias...
Con esta nueva incursión humorística, filmada en color, Tati modera un tanto la carga hilarante que prevalecía en la disparatada "Las vacaciones de M. Hulot". El discurso de "Mi tío", aun dejando todavía espacio para la carcajada, cede más terreno a esa sonrisa sostenida que embarga al espectador cuando reconoce la aguda disección que concede la ironía y se siente considerado por el autor como un receptor inteligente y partícipe activo de la obra. El realizador francés levanta aquí una crítica mucho más ácida contra la sociedad moderna, tecnificada y deshumanizada, en base a dos ejes narrativos: la industria de mangueras de su cuñado y la vivienda familiar de su hermana, ese domicilio completamente automatizado puesto al servicio de una nueva clase media-alta regida por lo superficial y lo frívolo, y con unas pretensiones de progreso tecnológico que no encuentra equivalente a nivel cultural. Es ésta una tradición temática que ya se inició con la genial "Metrópolis" de Fritz Lang, allí contada a través de una titánica fábula sobre la lucha de clases, pero en "Mi tío" Tati recoge sobre todo el legado de Charles Chaplin y su célebre "Tiempos modernos", con un ser humano sometido a la dictadura de la máquina y despersonalizado por el trabajo en cadena. Esta prisión mecanizada afecta tanto al obrero como al ama de casa (véanse los problemas con que se encuentra Hulot cuando entra a trabajar en la empresa de tubos de plástico o intenta conseguir un vaso en la cocina de su hermana). Pero Tati también es consciente de que cada infraestructura da pie a unas relaciones sociales de distinta índole, y por eso no sólo centra su atención en la relación entre sujeto y objeto, o sujeto y medio, sino también en las conductas y relaciones que nacen en cada entorno. Posteriormente, en "Playtime", llevaría esta idea al extremo en el espacio de las terminales de los aeropuertos. No sorprende, pues, que los arquitectos alabaran su visionaria concepción. Se puede encontrar, además, en la figura del pequeño Gérard una crítica a los sistemas familiares, con esos padres trabajadores que se distancian de sus hijos, más cercanos, afectivamente, a otros parientes como sucede con Hulot y su sobrino. Para reforzar lo absurdo de las pautas de comportamiento de la clase acomodada, Tati crea un marcado contraste entre dos formas de entender la vida, dos mundos separados por el dinero pero también por la noción de hogar o de tiempo de ocio. Así, en otro punto de la ciudad nos presenta el humilde barrio de Hulot, un ambiente sencillo en el que sobrevive la cordial y vivaracha dinámica de un pueblecito, con sus gentes reunidas en el mercado y las calles llenas de actividad. Nada que ver con el frío e impersonal vacío que reina en la parte alta. Lo mismo se podría decir del edificio donde vive Hulot, antiguo y de acceso difícil, pero lleno de vida, frente al chalet de los Arpel, esnob, gélido y poco práctico. En el plano argumental, "Mi tío" dispone de una mayor complejidad que su anterior trabajo, con distintas sub-tramas que buscan resolverse, paralelismos, oposiciones, metáforas, contrapuntos y más cambios de escenario. También los diálogos, sin llegar a dominar en ningún caso el relato, adquieren una presencia más consistente, evolucionando un paso a partir del simple sonido ambiental de fondo característico de "Las vacaciones de M. Hulot". No obstante, y como ocurría con aquélla, "Mi tío" podría ser entendida perfectamente si eliminásemos el volumen. Se trata, una vez más, de un cine mudo al que se le ha incorporado el sonido, donde la auténtica protagonista es la imagen, la mímica, la reunión de personas en torno a una actividad. El uso de planos generales para captar mejor todos los detalles y el clima que se respira en cada lugar, y la atención que se les concede a todos los caracteres secundarios son otras constantes que se repiten. El film concentra algunos de los gags visuales más conocidos de Tati. Por poner sólo unos ejemplos, las mangueras que se convierten en salchichas, el surtidor de agua en forma de pez o el ya mencionado de la cocina. Mientras en "Las vacaciones de M. Hulot" el slapstick estaba ligado o propiciado por objetos o actividades, aquí se añaden una serie de gags completamente vinculados al propio decorado de la acción, tanto en la casa de Hulot (cuando le vemos ascender hasta su piso por el laberinto de escaleras, a través de las aberturas de la fachada) como en la de los Arpel (las sombras en las ventanas redondas que las hacen parecer dos ojos observando el exterior). Hulot continúa encontrando en niños y animales un alma gemela, ya sea porque, al contrario que los adultos, le aceptan tal como es e incluso le admiran (su sobrino Gérard), ya sea porque agradecen su bondad (el canario que canta cuando le proporciona la luz del sol), ya sea porque los identifica como seres libres, no atados por las convenciones sociales (los perros callejeros). Por ello, también opone el mundo acartonado de la burguesía y el de la clase trabajadora. En el caso de los niños, a quienes les destina varias secuencias, la casualidad hace que su sobrino se vea seducido por las inocentes trastadas de una banda de pillos. De igual manera, el perro salchicha de su hermana, vestido con una tela de cuadros, se mezcla con los perros vagabundos que buscan comida entre los cubos de basura.
En "Mi tío" el director galo cuenta como siempre con actores debutantes en la gran pantalla, algunos de los cuales, gracias a su participación en esta película, iniciaron su carrera cinematográfica. Seguramente habría bastante más que comentar en torno al presente film dado el detenimiento con que Tati confeccionaba cada uno de sus proyectos, sujetos a varios niveles de análisis y repletos de pormenores en diferentes planos, pero manteniendo en todo momento una apariencia llana, próxima, inocente y encantadora. Película de visionado obligado (les re-comiendo que hagan una sesión doble precedida por "Las vacaciones de M. Hulot"), que se convierte en un divertido bisturí que abre en canal los males de la sociedad moderna sin salirse nunca de los amables márgenes del Universo Tati. Personalmente echo en falta la chispa de su anterior cinta y, tal vez, con la perspectiva temporal, también haya envejecido menos dignamente, eso sí, sin perder nunca el interés, la capacidad de incisión, la lucidez o ese poso de ternura que se contagia.
Con esta nueva incursión humorística, filmada en color, Tati modera un tanto la carga hilarante que prevalecía en la disparatada "Las vacaciones de M. Hulot". El discurso de "Mi tío", aun dejando todavía espacio para la carcajada, cede más terreno a esa sonrisa sostenida que embarga al espectador cuando reconoce la aguda disección que concede la ironía y se siente considerado por el autor como un receptor inteligente y partícipe activo de la obra. El realizador francés levanta aquí una crítica mucho más ácida contra la sociedad moderna, tecnificada y deshumanizada, en base a dos ejes narrativos: la industria de mangueras de su cuñado y la vivienda familiar de su hermana, ese domicilio completamente automatizado puesto al servicio de una nueva clase media-alta regida por lo superficial y lo frívolo, y con unas pretensiones de progreso tecnológico que no encuentra equivalente a nivel cultural. Es ésta una tradición temática que ya se inició con la genial "Metrópolis" de Fritz Lang, allí contada a través de una titánica fábula sobre la lucha de clases, pero en "Mi tío" Tati recoge sobre todo el legado de Charles Chaplin y su célebre "Tiempos modernos", con un ser humano sometido a la dictadura de la máquina y despersonalizado por el trabajo en cadena. Esta prisión mecanizada afecta tanto al obrero como al ama de casa (véanse los problemas con que se encuentra Hulot cuando entra a trabajar en la empresa de tubos de plástico o intenta conseguir un vaso en la cocina de su hermana). Pero Tati también es consciente de que cada infraestructura da pie a unas relaciones sociales de distinta índole, y por eso no sólo centra su atención en la relación entre sujeto y objeto, o sujeto y medio, sino también en las conductas y relaciones que nacen en cada entorno. Posteriormente, en "Playtime", llevaría esta idea al extremo en el espacio de las terminales de los aeropuertos. No sorprende, pues, que los arquitectos alabaran su visionaria concepción. Se puede encontrar, además, en la figura del pequeño Gérard una crítica a los sistemas familiares, con esos padres trabajadores que se distancian de sus hijos, más cercanos, afectivamente, a otros parientes como sucede con Hulot y su sobrino. Para reforzar lo absurdo de las pautas de comportamiento de la clase acomodada, Tati crea un marcado contraste entre dos formas de entender la vida, dos mundos separados por el dinero pero también por la noción de hogar o de tiempo de ocio. Así, en otro punto de la ciudad nos presenta el humilde barrio de Hulot, un ambiente sencillo en el que sobrevive la cordial y vivaracha dinámica de un pueblecito, con sus gentes reunidas en el mercado y las calles llenas de actividad. Nada que ver con el frío e impersonal vacío que reina en la parte alta. Lo mismo se podría decir del edificio donde vive Hulot, antiguo y de acceso difícil, pero lleno de vida, frente al chalet de los Arpel, esnob, gélido y poco práctico. En el plano argumental, "Mi tío" dispone de una mayor complejidad que su anterior trabajo, con distintas sub-tramas que buscan resolverse, paralelismos, oposiciones, metáforas, contrapuntos y más cambios de escenario. También los diálogos, sin llegar a dominar en ningún caso el relato, adquieren una presencia más consistente, evolucionando un paso a partir del simple sonido ambiental de fondo característico de "Las vacaciones de M. Hulot". No obstante, y como ocurría con aquélla, "Mi tío" podría ser entendida perfectamente si eliminásemos el volumen. Se trata, una vez más, de un cine mudo al que se le ha incorporado el sonido, donde la auténtica protagonista es la imagen, la mímica, la reunión de personas en torno a una actividad. El uso de planos generales para captar mejor todos los detalles y el clima que se respira en cada lugar, y la atención que se les concede a todos los caracteres secundarios son otras constantes que se repiten. El film concentra algunos de los gags visuales más conocidos de Tati. Por poner sólo unos ejemplos, las mangueras que se convierten en salchichas, el surtidor de agua en forma de pez o el ya mencionado de la cocina. Mientras en "Las vacaciones de M. Hulot" el slapstick estaba ligado o propiciado por objetos o actividades, aquí se añaden una serie de gags completamente vinculados al propio decorado de la acción, tanto en la casa de Hulot (cuando le vemos ascender hasta su piso por el laberinto de escaleras, a través de las aberturas de la fachada) como en la de los Arpel (las sombras en las ventanas redondas que las hacen parecer dos ojos observando el exterior). Hulot continúa encontrando en niños y animales un alma gemela, ya sea porque, al contrario que los adultos, le aceptan tal como es e incluso le admiran (su sobrino Gérard), ya sea porque agradecen su bondad (el canario que canta cuando le proporciona la luz del sol), ya sea porque los identifica como seres libres, no atados por las convenciones sociales (los perros callejeros). Por ello, también opone el mundo acartonado de la burguesía y el de la clase trabajadora. En el caso de los niños, a quienes les destina varias secuencias, la casualidad hace que su sobrino se vea seducido por las inocentes trastadas de una banda de pillos. De igual manera, el perro salchicha de su hermana, vestido con una tela de cuadros, se mezcla con los perros vagabundos que buscan comida entre los cubos de basura.
En "Mi tío" el director galo cuenta como siempre con actores debutantes en la gran pantalla, algunos de los cuales, gracias a su participación en esta película, iniciaron su carrera cinematográfica. Seguramente habría bastante más que comentar en torno al presente film dado el detenimiento con que Tati confeccionaba cada uno de sus proyectos, sujetos a varios niveles de análisis y repletos de pormenores en diferentes planos, pero manteniendo en todo momento una apariencia llana, próxima, inocente y encantadora. Película de visionado obligado (les re-comiendo que hagan una sesión doble precedida por "Las vacaciones de M. Hulot"), que se convierte en un divertido bisturí que abre en canal los males de la sociedad moderna sin salirse nunca de los amables márgenes del Universo Tati. Personalmente echo en falta la chispa de su anterior cinta y, tal vez, con la perspectiva temporal, también haya envejecido menos dignamente, eso sí, sin perder nunca el interés, la capacidad de incisión, la lucidez o ese poso de ternura que se contagia.
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Jacques Tati (Jacques Tatischeff), (Pecq, Yvelines, 9 de octubre de 1907 - París, 5 de noviembre de 1982). Director y actor francés de origen franco-ruso-italo-holandés. Su padre, Georges Emmanuel Tatischeff, nacido en 1875 en Paris, era hijo natural del conde Dimitri Tatischeff, agregado militar de la embajada de Rusia en París y de una mujer francesa, Rose Anathalie Alinquant. Georges Emmanuel Tatischeff se casó con Claire van Hoff, de origen italo-holandés. De esta unión nació Jacques Tati en 1907 en Le Pecq (Francia).
Tati es, sin lugar a dudas, uno de los grandes cómicos del séptimo arte, heredero directo de los maestros del mejor cine cómico mudo norteamericano y francés. Jacques Tati vuelve a las fuentes del viejo cine cómico y a la pureza del gag visual sin renunciar a un rico arsenal humorístico que extrae del mundo de los ruidos. Procedente del music-hall, había actuado en algunos filmes y producido varios cortometrajes, pero se impone con dos películas que dirige e interpreta y que marcan una fecha en la historia de la comicidad cinematográfica: Jour de fête ("Día de fiesta", 1949), en la que vemos a un cartero en bicicleta intentando emular la velocidad de los americanos, y Les vacances de M. Hulot ("Las vacaciones del Sr. Hulot", 1953), visión satírica del veraneo pequeñoburgués en una plácida localidad costera. La crítica del hombre moderno inserto en un avasallador mundo material le conducirá luego de modo natural a la crítica de la moderna civilización urbana (urbanismo, funcionalismo, diseño, automatismo) en Mon oncle ("Mi tío", 1958) y en el laboriosísimo Playtime 1968, donde recurre a gags visuales propios del cine mudo y a otros puramente acústicos, línea que prosigue en Trafic (1970).
Filmografía:
1945 : Sylvie et la fantôme
1947 : L'École des facteurs
1949 : Jour de fête ("Día de fiesta")
1953 : Les Vacances de M. Hulot ("Las vacaciones del Sr.Hulot")
1958 : Mon oncle ("Mi tío")
1967 : Playtime
1971 : Trafic
1974 : Parade
1977 : La Sapponatrice
1978 : Forza Bastia (cortometraje)
Tati es, sin lugar a dudas, uno de los grandes cómicos del séptimo arte, heredero directo de los maestros del mejor cine cómico mudo norteamericano y francés. Jacques Tati vuelve a las fuentes del viejo cine cómico y a la pureza del gag visual sin renunciar a un rico arsenal humorístico que extrae del mundo de los ruidos. Procedente del music-hall, había actuado en algunos filmes y producido varios cortometrajes, pero se impone con dos películas que dirige e interpreta y que marcan una fecha en la historia de la comicidad cinematográfica: Jour de fête ("Día de fiesta", 1949), en la que vemos a un cartero en bicicleta intentando emular la velocidad de los americanos, y Les vacances de M. Hulot ("Las vacaciones del Sr. Hulot", 1953), visión satírica del veraneo pequeñoburgués en una plácida localidad costera. La crítica del hombre moderno inserto en un avasallador mundo material le conducirá luego de modo natural a la crítica de la moderna civilización urbana (urbanismo, funcionalismo, diseño, automatismo) en Mon oncle ("Mi tío", 1958) y en el laboriosísimo Playtime 1968, donde recurre a gags visuales propios del cine mudo y a otros puramente acústicos, línea que prosigue en Trafic (1970).
Filmografía:
1945 : Sylvie et la fantôme
1947 : L'École des facteurs
1949 : Jour de fête ("Día de fiesta")
1953 : Les Vacances de M. Hulot ("Las vacaciones del Sr.Hulot")
1958 : Mon oncle ("Mi tío")
1967 : Playtime
1971 : Trafic
1974 : Parade
1977 : La Sapponatrice
1978 : Forza Bastia (cortometraje)
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