viernes, 26 de marzo de 2010

MORIR POR LA ÓPERA

*Un dí, felice, eterea.

* È strano... É strano/ Ah, for'se è lui che lánima.

*Follie!... Follie!... Delirio vano... (Sempre libera).

*Lunge da lei pen me non v' ha diletto!

***

La Traviata ('La extraviada') es una ópera de Giuseppe Verdi. El texto, de Francesco Maria Piave, está basado en la novela de Alexandre Dumas (hijo) La dama de las camelias. Fue estrenada en el teatro La Fenice de Venecia en 1853. Su estreno fue un fracaso; sin embargo, la representación que se realizó un año después tuvo mucho éxito, adquiriendo así la ópera la popularidad de que goza hoy día. Con La Traviata Verdi alcanza un estilo maduro, con mayor hondura en la descripción de los personajes, mayor solidez en las construcciones dramáticas, y una orquesta más importante y rica. Es una obra atípica dentro de la producción de Verdi por su carácter realista. No refiere a grandes hechos históricos como Nabucco ni está basada en tragedias como Macbeth, sino que es un drama psicológico de carácter intimista. Está dividida en 3 actos que respetan la estructura tradicional de presentación, desarrollo y desenlace. El eje dramático de la opera esta centrado en la protagonista, Violeta Valery, a diferencia de la novela de Alejandro Dumas centrada en su amante Alfredo Germont, y hace de ella un retrato aún más idealizado, mostrándola como un ser casi angelical.

El preludio está integrado musical y dramáticamente al resto de la opera. En él se reproduce musicalmente el recurso utilizado por Alejandro Dumas de comenzar la novela por el final de la historia, al presentar inicialmente el tema de la agonía de violeta, profundamente triste, seguido del tema de amor. Lentamente, la música se va animando sin perder el tono melancólico hasta concluir enlazándose con el clima festivo que estalla al comienzo del primer acto. Uno de los momentos más brillantes y célebres de la ópera es la escena del brindis “Libiamo ne' lieti calici” al comienzo del primer acto. Se trata de una escena de conjunto, que sirve de marco para el momento de seducción entre Violeta y Alfredo. Verdi sutilmente diferencia distintos planos musicales para separar a los amantes del resto de la gente. El tono orgulloso de Alfredo en el brindis se transforma a través de una línea melódica entrecortada y anhelante al comienzo del dúo de amor, antes del apasionado tema de amor de Alfredo, verdadero centro emocional de toda la obra. La respuesta de Violeta es un canto de coloratura, superficial que contrasta con el de Alfredo y la muestra distante de los sentimientos de aquél, hasta que paulatinamente las líneas melódicas se unen sellando el definitivo encuentro entre ambos (dueto "Un di, Felice, Eterea). El acto continúa con Violeta, sola, meditando si sería para ella una desventura un verdadero amor ("E Strano!" "Ah! Fors'e lui"), pero concluye con que ella no puede amar y debe ser siempre libre (“Sempre libera”), aunque en el segundo acto la veamos viviendo plácidamente con Alfredo. Al comienzo del acto segundo, el aria de Alfredo “De miei bollenti spiriti” muestra su agitación emocional reforzada por el pizzicato de las cuerdas. El punto de inflexión de todo el desarrollo dramático de la ópera reside en la escena entre Violeta y Germont, en la cual este trata de convencerla por todos los medios a su alcance de que abandone a Alfredo. Arias como “Pura siccome un angelo”, en la que Violeta recupera su melodía entrecortada, “Un dí quando le veneri” en la que Germont canta 4 notas seguidas de un adorno, motivo que repite insistentemente para conseguir su propósito de convencer a Violeta, y el “Dite alla giovine”, en la que se alcanza el punto culminante con el conmovedor “piangi” de Germont acompañado del lamento de las cuerdas, se suceden describiendo musicalmente los cambios que van sufriendo estos personajes, especialmente en Violeta a través de variaciones en la línea melódica. Finalmente, al despedirse de Alfredo lo hace con el tema de amor del preludio, que se escucha en un tutti orquestal con un fuerte sentido dramático, el aria "Amami Alfredo!". El preludio al acto tercero subraya el tono sombrío de la situación. El aria “Addio del passato” termina con una plegaria donde Violeta le pide a dios piedad para “la traviata”, la extraviada, lo cual finalmente le dará el título a la ópera. El reencuentro de los amantes se sella con el dúo de amor “Parigi, o cara, noi lasceremo”. Es de destacar al comienzo de este acto el solo de violín ejecutando el tema de amor de Alfredo, acompañado solo por un trémolo de las cuerdas, mientras que se escucha la voz de Violeta leyendo la carta de Germont, ("Teneste la Promesa") recurso que también aparece al final del acto. El uso de la voz hablada como recurso dramático le permite a Verdi entrar de lleno en el realismo, dotando a esta escena de una sobrecogedora dimensión trágica. La obra termina con el "Prendi quest´e L'Immagine", en el que Violeta muere.

Curiosidades: Al ser estrenada, la obra resultó un fracaso en gran medida por la soprano escogida para el estreno, quien por tener un tamaño voluminoso (era obesa) no encajaba con el papel dramático de Violeta Valery quien muere por tuberculosis muy flaca, lo que generó al final de la ópera que el público riera a carcajadas en vez de apreciar el final trágico. Fue la primera ópera en el cual los actores usaron trajes contemporáneos de la época (smoking y vestidos largos de dama a la usansa francesa o inglesa) ya que hasta ése momento, las óperas siempre usaban trajes históricos, correspondiente a siglos pasados u otras civilizaciones (tal como pasó en "Aída" donde usaban ropas del antiguo egipto, "Nabucco" del antiguo Israel o "Rigoletto" que evocaba al siglo XVI del norte de Italia).

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