lunes, 13 de octubre de 2025

SOBRE VÍDEOS Y JAPONESES

 
 
Leyendo una noticia en EL PAÍS esta mañana me vino a la cabeza la comparecencia de un Primer Ministro japonés que acudió al Parlamento, llorando literalmente, para decir que había incumplido una promesa electoral y que por tanto dimitía. Ojo al dato: dimitió llorando. Que Japón es otra cultura lo sabemos todos; allí, por ejemplo, nunca se hubiera podido escribir un "Lazarillo de Tormes", por ejemplo, la picaresca española es eso mismo, española.
Esto viene a colación de una noticia sobre el inefable Mazón, la última vuelta de tuerca sobre su manejo de la dana acontecida en Valencia. Parece que hay vídeos desaparecidos, cómo no, y que la jueza busca con sumo interés. Ya sé que esto no es Japón y que a este señor no lo vamos a ver nunca en el Parlamento llorando por su nefasta gestión o por las muertes que "deben" pesar sobre su conciencia (la cual se le presupone, la conciencia), pero ¿dónde ha quedado aquello de la culpa, de la vergüenza y hasta del exilio voluntario y cabizbajo? 
¡Mazón dimisión!, proclaman insistentemente en Valencia. 
 
Como puro entretenimiento, veamos qué nos dice el ChatGPT acerca del honor en España, ¡España! Feliz semana a todos.
En España hubo épocas donde la vergüenza social y el sentido del honor personal o familiar eran tan poderosos que algunas personas optaban por el autoexilio como forma de expiar una falta, proteger su reputación o evitar la deshonra pública. Esto no fue una práctica institucionalizada, sino más bien una respuesta cultural y social ante ciertas situaciones, especialmente en contextos donde el "qué dirán" o la pérdida del honor podían tener consecuencias devastadoras. Durante siglos, especialmente desde la Edad Media hasta el siglo XIX, el honor era uno de los valores más importantes en la sociedad española, tanto en la nobleza como entre las clases populares. Se asociaba con la reputación, la virginidad en las mujeres, la valentía en los hombres, la honestidad, y el cumplimiento del rol social y familiar.
Estas son algunas de las razones por las que alguien podía optar por irse voluntariamente:
Haber cometido una falta moral o social, como una infidelidad, un delito, una cobardía en combate, etc.; haber sido deshonrado públicamente, por ejemplo, por ser acusado de corrupción o por un escándalo familiar; evitar un castigo social o legal: al irse, se evitaba el juicio público, la humillación o incluso la prisión; proteger el honor de la familia: en ocasiones alguien se marchaba para que el escándalo no manchara el apellido o el estatus familiar; fracasos públicos, como haber perdido una guerra, una posición de poder o prestigio.
Ya en el siglo XX, con el desarrollo del estado moderno, el autoexilio toma otras formas, más ligadas a la política (como el exilio durante la Guerra Civil Española o la dictadura franquista), aunque todavía en algunos círculos la vergüenza pública o los escándalos sociales llevaban a algunas personas a retirarse del ojo público, cambiar de ciudad o incluso de país, especialmente si pertenecían a familias influyentes.
Mecano, *Japón. 

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